Revista Calderón | Page 43

En nuestro caso concreto, no se trata de una “ampliación” de contenidos, sino más bien de un “afianzamiento” de determinados aspectos que, por cuestiones obvias, han de desarrollarse fuera del aula. Nadie podrá discutir que la lectura de un texto clásico teatral comporta unos valores, ideas estéticas y unos contenidos temáticos que, sin duda, se ven enriquecidos con la puesta en escena e introducen otros -el ejercicio de los actores, por ejemplo- que transcienden la lectura individual. Esta es la idea que persiguen los miembros del Departamento de Lengua Castellana y Literatura con la asistencia a las representaciones teatrales de obras que constituyen el repertorio de lecturas obligatorias de los distintos niveles de enseñanza. Por otra parte, el desarrollo de estas actividades contribuyen, a mi juicio, a fomentar y mejorar las relaciones humanas entre los distintos miembros de la comunidad educativa, puesto que profesores, alumnos y el personal no docente, se implican de una u otra forma en su realización, lo que permite un contacto diferente al que tiene lugar en el ámbito académico habitual. Además de esto, el enriquecimiento cultural propicia con frecuencia la posibilidad de que los-as alumnos-as desarrollen sus capacidades creadoras o artísticas, quizá no siempre percibidas y valoradas en las tareas cotidianas. En definitiva, la idea que guía a los miembros del Departamento de Lengua Castellana y Literatura no es primar el componente extraescolar en detrimento del propiamente formativo; en consecuencia, se persigue adaptar la variada oferta de actividades no sólo al nivel, intereses y características de los estudiantes, sino también al horario lectivo y al momento del curso que menor distorsión pueda suponer la ruptura del normal desarrollo de las actividades académicas.