En nuestro caso concreto, no se trata de una “ampliación” de
contenidos, sino más bien de un “afianzamiento” de determinados
aspectos que, por cuestiones obvias, han de desarrollarse fuera del aula.
Nadie podrá discutir que la lectura de un texto clásico teatral comporta
unos valores, ideas estéticas y unos contenidos temáticos que, sin duda,
se ven enriquecidos con la puesta
en escena e introducen otros -el
ejercicio de los actores, por
ejemplo- que transcienden la
lectura individual. Esta es la idea
que persiguen los miembros del
Departamento de Lengua Castellana
y Literatura con la asistencia a las
representaciones teatrales de obras
que constituyen el repertorio de
lecturas obligatorias de los distintos
niveles de enseñanza.
Por otra parte, el desarrollo de
estas actividades contribuyen, a mi
juicio,
a fomentar y mejorar las
relaciones humanas entre los
distintos miembros de la comunidad
educativa, puesto que profesores,
alumnos y el personal no docente,
se implican de una u otra forma en
su realización, lo que permite un
contacto diferente al que tiene lugar
en el ámbito académico habitual.
Además de esto, el enriquecimiento
cultural propicia con frecuencia la
posibilidad de que los-as alumnos-as desarrollen sus capacidades
creadoras o artísticas, quizá no siempre percibidas y valoradas en las
tareas cotidianas.
En definitiva, la idea que guía a los miembros del Departamento de
Lengua Castellana y Literatura no es primar el componente
extraescolar en detrimento del propiamente formativo; en
consecuencia, se persigue adaptar la variada oferta de actividades no
sólo al nivel, intereses y características de los estudiantes, sino
también al horario lectivo y al momento del curso que menor distorsión
pueda suponer la ruptura del normal desarrollo de las actividades
académicas.