Military Review Edición Hispano-americana Noviembre-Diciembre 2013 | Page 17
amenaza híbrida
recientes conflictos, tales como las guerras en Irak y
Afganistán, tienen distintos elementos de la guerra
híbrida. Sin embargo, las acciones de Hezbolá en la
segunda guerra de Líbano en 2006 representan un
ejemplo de una futura amenaza híbrida que abarca
la esencia de la misma. Al comienzo del conflicto,
las Fuerzas de Defensa israelíes (IDF, por sus siglas
en inglés) atacaron al sur de Líbano en respuesta
al fuego de cohetes realizado por Hezbolá contra
Israel, así como el secuestro de soldados de las
IDF.5 El Gobierno de Israel firmemente consideró
que su avanzada tecnología de guerra convencional, junto con la superioridad de potencia de
precisión de fuego, rápidamente abrumaría a las
fuerzas de Hezbolá y pondría fin al conflicto en
una conclusión decisiva.6 Las IDF desarrollaron
una estrategia impulsada por la tecnología, en
gran parte centrada en el poderío aéreo y basada
en la explotación de los presuntos puntos débiles
y las limitadas capacidades de guerra de Hezbolá.7
Sin embargo, las tácticas de Hezbolá rápidamente cambiaron el carácter del conflicto de
guerra convencional a guerra híbrida, al negar,
de hecho, los avances tecnológicos de las IDF.
Hezbolá desarrolló una estrategia que combinó
las tácticas y capacidades de guerra convencional
con las operaciones de la guerra de guerrillas. En
cierto aspecto, las acciones de Hezbolá eran una
divergencia de las operaciones irregulares, históricamente asimétricas, y cambiaron a su favor las
tácticas convencionales. Estas tácticas incluyeron
la defensa del terreno de posiciones defensivas
fortificadas con armas y equipamiento de la guerra
convencional.8 Por otra parte, Hezbolá personificó
una “fuerza guerrillera de la era de la información”
la cual usa métodos militares asimétricos atípicos
de actores no estatales del pasado.9 Estos métodos
incluyeron versiones tecnológicamente más avanzadas para los francotiradores, las emboscadas, el
fuego indirecto de hostigamiento y el uso de civiles,
incluyendo casas, como escudos en un ataque.10
En vista de que era la fuerza más débil en el
conflicto, Hezbolá se dio cuenta de que no podía
destruir a las IDF, ni quebrantar la voluntad israelí
a través de grandes enfrentamientos de fuerza
contra fuerza. En su lugar, a nivel estratégico,
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Hezbolá usó una metodología de guerra alineada
a la estrategia de coerción a través del castigo de
Robert Pape.11 En la teoría de relaciones internacionales contemporáneas, la coerción se basa
en persuadir a un adversario a que suspenda o
modifique sus acciones por medio de un ajuste
en el análisis de costo/beneficio de su campaña
actual.12 En esencia, Hezbolá intentó presionar al
Gobierno de Israel al castigar al pueblo israelí con
ataques de cohetes.13 De muchas maneras, esto
fue un recordatorio de algunas de las campañas
de bombardeos estratégicos de previas guerras,
pero con otras medidas para lanzar municiones
reales.14 Los cohetes de Hezbolá sirvieron de
instrumento para infligir dolor coercitivo a fin
de infundir temor y quebrantar la voluntad de
pueblo israelí.
Desde el punto de vista de un marco operacional, Hezbolá usó sus fuerzas terrestres como una
operación de preparación eficaz para establecer las
condiciones de su decisiva operación de ataques
con cohetes en el territorio soberano israelí.
Además, las fuerzas terrestres prolongaron el
conflicto en tiempo y espacio, lo que obligó al
pueblo israelí a sufrir más ataques de cohetes.15
Las fuerzas terrestres de Hezbolá establecieron
una defensa de área en profundidad para proteger
sus emplazamientos de cohetes e interrumpir una
percibida invasión terrestre de las IDF. Hezbolá
construyó complejos sectores defensivos convencionales con posiciones defensivas fortificadas,
instalaciones de sostenimiento subterráneos, áreas
de enfrentamiento, sitios de emboscada y puntos
de fuego de mísiles antitanques guiados (ATGM,
por sus siglas en inglés).16 Si bien el objetivo principal de estas estructuras defensivas era mantener
el control del terreno, a nivel táctico, las emboscadas irregulares con armas de pequeño calibre
y los ATGM apoyaron una estrategia indirecta de
coerción al infligir más dolor al pueblo israelí a
través de las bajas militares sufridas por las IDF.17
Las iniciativas estratégicas, operacionales
y tácticas de Hezbolá impidieron una victoria
rápida y decisiva por parte de Israel. Los ataques
coordinados prolongaron la campaña el tiempo
suficiente para permitir una estrategia de coerción
15