Military Review Edición Hispano-americana Noviembre-Diciembre 2013 | Page 11
el mito apolítico
de su propio país y de sus socios multinacionales,
se requiere la comprensión del contexto político
del gobierno anfitrión en cuyo nombre los uniformados luchan, se desangran y mueren.
Los soldados que ofrecen asesoría en el establecimiento de las fuerzas de seguridad en el nivel
ministerial quienes son políticamente ignorantes,
están más propensos a correr el riesgo de duplicar
la creación de fuerzas armadas “profesionales”
pero políticamente involucradas, tal como las de
Paquistán, debido a la debilidad de las instituciones políticas civiles paquistaníes a las cuales
se introdujo después de la división del Ejército
Indio británico.31 Lo mismo podría decirse de
Mali, donde las tropas “profesionales” que eran
entrenadas por las Fuerzas Especiales de EUA
jugaron un rol decisivo en el golpe de estado que
derrocó al gobierno civil y contribuyó al deterioro de la situación de seguridad que, en última
instancia, llevó a la intervención encabezada por
los franceses y, eventualmente, a la misión de
mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas.32
De la misma manera, la capacidad de las
fuerzas armadas de EUA de dedicar recursos
para el fomento de las capacidades militares de
un país anfitrión de nuestras contrapartes civiles
en realidad, deberían usarse para propósitos
cruzados hacia la misión más general de crear
estabilidad política. Según la experiencia del autor
en cuanto a proporcionar asesoramiento en el
Ministerio de Defensa iraquí, nuestra capacidad
de entrenar a oficiales de inteligencia excedió, de
manera significativa, la capacidad más amplia del
Gobierno de EUA para ayudar al Gobierno iraquí
con la creación de instituciones democráticas a
fin de ejercer el control civil sobre el Ministerio
de Defensa. Contrario a las declaraciones de
Huntington, nuestra presunción implícita de
que la manera de garantizar la no intervención
militar iraquí en la política interna era a través
de la creación de una fuerza armada “profesional”
iraquí pudo haber sembrado las semillas de la
democracia iraquí al crear una organización
relativamente cohesiva que, en última instancia,
usurpa el poder de los principales civiles electos
que encabezan instituciones débiles.
Military Review • Noviembre-Diciembre 2013
El avance
Si bien, el apolitismo podría decirse que es un
método de asegurar que las fuerzas armadas no
se inmiscuyan en la política interna, el resultado,
especialmente en guerras “de menor envergadura”
o “limitadas”, sumamente politizadas, peleadas
por fuerzas multinacionales, hay una mayor probabilidad de que los integrantes del servicio —ya
sean generales, mayores, sargentos o cabos— no
comprendan, por ignorancia, sus ambientes
nacionales, multinacionales y de la nación anfitriona. Al regresar a Clausewitz, “Mientras menos
involucrada esté la población y menos graves
sean las limitaciones en los Estados y entre los
mismos, mayores requerimientos políticos en ellos
mismos dominarán y tenderán a ser decisivos”.33
Tal vez, sin darse cuenta, los integrantes del
servicio participan, en sus capitales de origen,
en actividades que son tácticamente apropiadas,
pero perjudiciales en el nivel estratégico para las
otras fuerzas multinacionales y de la capital del
Estado en la que están llevando a cabo la campaña.
En las palabras del general, Sir Rupert Smith, ex
comandante de las Naciones Unidas en Bosnia y
más adelante Subcomandante Aliado Supremo
de la OTAN, Europa, la fuerza carecerá de uso.34
A fin de garantizar la comprensión, especialmente, en el cuerpo de oficiales, el Ejército de
EUA debería expandir las oportunidades de
ampliación interinstitucional y multinacional.
Así como algunos cuantos capitanes y mayores
selectos se sumergen a sí mismos en el proceso
legislativo estadounidense en el Capitolio a través
del Programa de becas del Congreso del Ejército,
así también deberían enviar a tales enlaces a las
legislaturas de nuestros aliados más cercanos,
ciertamente, los parlamentos australianos,
británicos, canadienses y de Nueva Zelanda. Lo
mismo podría hacerse en el nivel estatal con los
oficiales de la Guardia Nacional que completan
las becas en una legislatura estatal u oficina del
gobernador. De manera similar, el Ejército debería
ampliar su Programa de becas interinstitucional
y crear programas similares con los organismos
civiles de las contrapartes aliadas. Al igual que
el Programa de becas del Ejército de EUA en el
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