Military Review Edición Hispano-americana Marzo-Abril 2014 | Page 41
¿entrenamos para fracasar?
algunos componentes de entrenamiento y procesos del Ejército aceptados y determinar si son
simulaciones o simulacros con muy poco que ver
con la realidad.
¿Podemos luchar contra un enemigo simulado,
o sencillamente contra simulacros de nosotros
mismos?
Tomemos en consideración al enemigo que
describimos en nuestra doctrina de entrenamiento y qué se supone representa. La nueva
“amenaza híbrida” es una compleja combinación
de guerrilla, insurgentes, delincuentes y actores
convencionales casi iguales “entretejidos en un
ambiente dinámico”.14 Si bien la última década
de escenarios de contrainsurgencia en Centros
nacionales de entrenamiento del Ejército, exclusivamente centrados en las amenazas irregulares,
que reflejan las distintas facciones en cada teatro,
el reciente cambio a “un ambiente de entrenamiento de acción decisiva” se centra en una
amenaza enemiga híbrida con una combinación
de fuerzas convencionales, actores delincuentes y
las fuerzas insurgentes irregulares. En la superficie, nuestras fuerzas de oposición (OPFOR) son
sumamente capaces de hacer una réplica visual
de estas múltiples amenazas, ya sean fuerzas
convencionales Estado-nación, fuerzas irregulares, terroristas, o delincuentes.15 Sin embargo,
una investigación más profunda ilustrará un
caso importante de simulacros en nuestro uso
de la fuerza de oposición. No entrenamos para
luchar contra nuestros enemigos tanto como
entrenamos para luchar contra nosotros mismos.
Nuestras fuerzas de oposición funcionan completamente como un elemento convencional del
Ejército de EUA una vez que pasa más allá de los
vestuarios simbólicos, los objetivos de misión
antagónicos y el equipo de nuestro enemigo.16
Los símbolos enemigos de nuestras OPFOR crean
una ilusión en nuestro entrenamiento, aunque sus
motivos y metodologías sigan siendo los mismos.
Sus funciones de liderazgo dentro de los mismos
patrones organizativos como cualquier otra
unidad del Ejército, con una cadena de mando
jerárquica que emplea el mismo proceso de toma
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de decisiones militares para producir órdenes y
planes operacionales idénticos a los de las fuerzas
del Ejército.17 A pesar de contar con la utilería y
frases clave que presenta una fuerza enemiga, hay
poca diferencia entre una fuerza de oposición y los
productos de planificación convencionales aliados
o planes que no son declaraciones antagónicas de la
misión y objetivos. Elabora sus planes exactamente
de la misma manera. ¿Operan nuestros verdaderos
rivales de manera idéntica a nuestras propias
metodologías, o estamos reflejando una auto
imagen en nuestro entrenamiento drapeado de
símbolos que asociamos con nuestros enemigos?18
De las tácticas de pequeñas unidades a muchos
de los sistemas de armas simuladas y procesos
de comunicación, la imitación de las fuerzas de
oposición del enemigo es meramente superficial.
Bajo de la vestimenta y utilería, las fuerzas estadounidenses convencionales entrenadas usan el
mismo lenguaje, metodología de planificación,
valores y motivos para luchar contra la fuerza
aliada en el escenario de entrenamiento —por
lo tanto, terminamos peleando contra una
imagen idéntica a la de nosotros mismos pero
pretendemos que estamos luchando contra una
representación realista de nuestro enemigo.
Estos son simulacros y nosotros como militares
preferimos comer un filete imaginario, en lugar
de una comida menos suculenta.19
No tenemos éxito contra rivales
realistas; más bien, conseguimos
vencernos a nosotros mismos.
Nuevamente, no critico a nuestras fuerzas
de oposición, más bien, a nuestra filosofía de
entrenamiento general que tolera simulacros
y premia a las unidades exitosas contra una
imagen de auto fuerza en el entrenamiento. No
tenemos éxito contra rivales realistas; más bien,
conseguimos vencernos a nosotros mismos. Como
una fuerza militar, vivimos en una fantasía y continuamente la perpetuamos potencialmente en
nuestro propio detrimento cuando los verdaderos
enemigos demuestran acciones y adaptaciones
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