Military Review Edición Hispano-americana Marzo-Abril 2014 | Page 33

mujeres soldados tienen que abjurar a cualquier contacto sexual en su unidad si han de preservar su reputación profesional. De hecho, incluso, la amistad con soldados individuales masculinos tenía que ser tratada con cautela ya que podría interpretarse como una relación sexual y las consecuencias en cuanto a la reputación para las mujeres, igualmente catastróficas. El problema de las mujeres en cuanto a la confraternización es que inscribe las normas de género civiles sobre las relaciones militares, despojando a la mujer involucrada de su estatus profesional. Se convierte, nuevamente, en solo una mujer; no puede, por lo tanto, ser tratada como un soldado y ya no puede ser el compañero, mucho menos el comandante de los soldados masculinos. En contraste e indicando un potencial de doble estándar, precisamente debido a la cultura masculina dominante en las fuerzas armadas, los soldados masculinos que participan en la confraternización son raramente sujetos a esta pérdida de credibilidad. Pueden participar en relaciones sexuales con mujeres soldados (y, por tanto, ser igualmente responsables de socavar la cohesión) y aún conservar su reputación como soldados profesionales. Al mismo tiempo, si bien la confraternización puede ser un problema, no es inevitable. Las mujeres soldados que sirvieron en el frente en Afganistán informaron que en las bases de patrulla, el hecho de que todos vivían muy juntos en arduas condiciones, significaba que ni hombres ni mujeres soldados tenían tiempo ni deseo de confraternizar. En esta situación, las mujeres se convirtieron en “hermanas” en lugar de posibles parejas sexuales. De hecho, el problema de la sexualidad supera el problema de la confraternización consensual y su efecto sobre la credibilidad de las mujeres soldados. La cultura masculinizada de las fuerzas armadas puede representar un obstáculo estructural para la integración de la mujer soldado; debido a las presunciones masculinas sobre el sexo, podría ser imposible que las mujeres sean tratadas como iguales en las fuerzas armadas. A pesar de los avances que han logrado las fuerzas armadas estadounidenses en los últimos diez Military Review • Marzo-Abril 2014 años, la confraternización, el acoso y abuso se han registrado ampliamente y estos incidentes no aparecen como sucesos aleatorios. Kayla Williams registra sus intentos de comportarse profesionalmente en Irak en 2005 y en el mismo, hay cierta evidencia de que los hombres soldados con los que sirvió, la consideran en alta estima. Sin embargo, también concluyó, con base en su servicio, que el sexo es clave para la experiencia de cualquier mujer soldado en el Ejército estadounidense. No obstante, tan profesional como pudiera ser como mujer, las relaciones con los hombres soldados se determinaron finalmente por su disponibilidad sexual. En su experiencia menos cruda, Williams fue objeto de las miradas invasivas de los hombres soldados durante toda su asignación, numerosas proposiciones lascivas y un asalto indecente cuando un soldado se le expuso y trató de obligarla a gratificarlo mientras estaba de centinela.50 Sugirió que, en vista de que las fuerzas armadas es una organización principalmente de hombres con una cultura fuertemente masculina, las mujeres, eran, ya sea, clasificadas como “mujeres de vida fácil” (estaban abiertas a avances sexuales) o “perras” (que no eran). Otros han confirmado el punto teniendo en cuenta, además, que “las mujeres de calle” a menudo eran correspondientemente denigradas como lesbianas en las fuerzas armadas de Estados Unidos.51 En efecto, en sus invectivas contra las fuerzas armadas estadounidenses y por no establecer el verdadero estado profesional de la mujer soldado mientras las