Military Review Edición Hispano-americana Marzo-Abril 2014 | Page 24
escasas en el oeste. Canadá y el Reino Unido
abolieron la conscripción a principios de 1945
y 1960 respectivamente. Estados Unidos abolió
el servicio nacional en 1973 tras el debacle de
Vietnam, como lo hicieron los australianos. El
servicio militar obligatorio fue retenido en la
mayor parte de Europa hasta el final de la guerra
fría, pero de una manera cada vez más atenuada.7
Desde entonces, las principales potencias europeas
han abolido el servicio nacional incluyendo, por
último, Alemania en 2011. Muchos eruditos han
observado la profunda reforma de las relaciones
cívico militares implícitas mediante el cambio
a las fuerzas de voluntarios, pero el desarrollo
de la profesionalidad tiene gran significado para
la propia cultura militar y, especialmente, para
la cohesión hasta en el nivel de grupo primario.
Si bien es fácil presumir la continuidad con el
pasado y, de hecho, esa conexión es activamente
imaginada por el personal de servicio de hoy,
la cohesión en una fuerza profesional adquiere
un carácter marcadamente diferente a los de un
ejército masivo de ciudadanos, donde las oportunidades de entrenamiento y capacitación eran
sumamente limitadas.
Si bien nadie negaría los intensos lazos, a
menudo evidentes entre los soldados profesionales,
los académicos han argumentado cada vez más
que el desempeño de las tropas profesionales de
la actualidad, no solo, ni siquiera principalmente,
dependen de sus amistades personales (tan profundo como estas puedan ser).8 Por el contrario, el
rendimiento colectivo en el combate —cohesión—
se basa más en el entrenamiento y competencia
profesional. En consecuencia, las personas son
juzgadas no tanto por sus características personales, sino por sus capacidades profesionales y son
aceptadas en la sección, pelotón o compañía bajo
esta primicia. Al reflejar este cambio de filosofía
en las fuerzas armadas, ha habido cada vez más
acalorados debates entre los estudiosos sobre la
base primaria de la cohesión. Algunos eruditos
han seguido acentuando la cohesión social basada
en los íntimos lazos de amistad entre los soldados.9
Sin embargo, cada vez más eruditos han
insistido en la cohesión de tarea impersonal en
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la cual la solidaridad depende de los requerimientos de metas inmediatas, no de amistad. La
identidad social de los soldados y, especialmente,
su homogeneidad social, es menos importante
que cada uno cumpla con su rol asignado. El que
pueda hacer el trabajo es más importante que la
similaridad; es decir, que los soldados se caigan
bien mutuamente y sean similares los unos a los
otros.10 De hecho, los soldados estadounidenses
cada vez más se comprenden de esta manera. En
su ampliamente leída historia de los paracaidistas
estadounidenses en el valle de Korengal en 200708, Sebastian Junger registra un tipo peculiar
de camaradería entre 2o pelotón, Compañía B,
173ª Brigada aerotransportada. En el curso de
una narrativa aparentemente dedicada a exaltar
la cohesión fraternal, el sargento O’Byrne (una
de las figuras centrales en la historia de Junger)
hizo una sorprendente admisión. En lugar de
extendernos sobre el amor mutuo de sus soldados,
señaló lo siguiente: “Hay muchachos en el pelotón
que, sin duda alguna, se odian.”11 Sin embargo,
O’Byrne observó la siguiente paradoja: “Pero
también morirían por el otro. Así que se tiene
que preguntar, ‘¿cuánto realmente odio al tipo’?”12
La paradoja es interesante pero puede resolverse si
se reconoce que la cohesión entre estos soldados
profesionales no era necesariamente dependiente
del afecto personal; se basaba en la competencia.
Específicamente, en el combate, los paracaidistas
de Junger se unieron en torno a su entrenamiento,
ejercicios y ejecución de estas prácticas colectivas,
cualquiera que fueran sus diferencias personales.
Unidos por el orgullo profesional, rindieron
juntos; no necesitaban caerse bien el uno al otro
personalmente.
La cohesión profesionalizada
Hay algunas pruebas de que el fenómeno de
cohesión profesionalizada se ha intensificado en
la última década. En su obra sobre la Fuerza de
defensa de Israel (FDI, por sus siglas en español)
titulada Second Intifada, Eyal Ben-Ari y otros,
hicieron una importante y quizás sorprendente
observación. Las unidades de combate orgánicas
israelíes fueron re ensambladas y fusionadas
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