Military Review Edición Hispano-americana Marzo-Abril 2014 | Page 23
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A INCLUSIÓN DE las mujeres en las armas
de combate estadounidenses, anunciada el
24 de enero de 2013 por el secretario de
defensa, Leon Panetta, tras una decisión unánime
por el estado mayor conjunto, ha sido bien acogida
por muchos. Sin embargo, la decisión, sigue
siendo polémica y hay algunos que se oponen
a la misma. De hecho, Martin van Creveld, un
oponente de la integración femenina, ha previsto
algunos argumentos que pueden utilizar los
opositores de la integración. Van Creveld sostiene
que no sólo los soldados masculinos “a menudo
se ven obligados a llevar a cabo otras tareas
difíciles para compensar la debilidad física de
las mujeres” pero en vista de que las mujeres son
más débiles, “para ellos [los hombres] que se
someten a entrenamiento militar y sirven junto a
las mujeres es una humillación”.1 Para Van Creveld,
la inclusión de las mujeres en las fuerzas armadas
corroe los lazos que existen entre los soldados
masculinos e invalida el honor del servicio. De
hecho, David Frum, un revisor contribuyente de
la revista Newsweek, recientemente rechazó la
decisión de Panetta por motivos similares. Al citar
la obra de Kingsley Browne: The New Evidence
That Women Shouldn’t Fight the Nation’s Wars,
Frum afirma que las mujeres son demasiado
débiles físicamente para desempeñarse como
soldados de combate y socavan la cohesión de
todos los grupos masculinos. Incluso, las mujeres
que son lo suficientemente fuertes para servir
en combate, presentan un problema porque las
fuerzas armadas se centran en ganar guerras (no
en la igualdad de empleo), no pueden poner en
práctica las normas de género a las mujeres; no
pueden tratarlas como iguales y tienden a ser
demasiado indulgentes. Si van Creveld, Browne
y Frum están en lo correcto, Leon Panetta y los
jefes del Estado Mayor Conjunto han cometido
un grave error.
Es pertinente y tal vez necesario evaluar el tema
de la inclusión de las mujeres. Al basarse en la
investigación, entrevistas y trabajo de campo
en Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania
y Estados Unidos2, en este artículo se intenta
identificar las condiciones para probablemente
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mujeres soldados
acelerar la integración exitosa de las mujeres en las
armas de combate, luego del anuncio de Panetta
—y destacar probables obstáculos y problemas.3
Precisamente porque representa el ejemplo más
complejo, el asunto de la posibilidad de la integración femenina a la Infantería, la ocupación militar
más exigente, es el foco de mi análisis.
La posibilidad de integración
Las objeciones de van Creveld y la oposición
general contra las mujeres en combate se basan
en la presunción de que una forma tradicional
de masculinidad sigue siendo esencial para las
fuerzas armadas como organización. No hay duda
de que la masculinidad ha sido fundamental para
el funcionamiento de los ejércitos en el pasado.
De hecho, las ciencias sociales han explorado la
conexión que existe entre la masculinidad y el
rendimiento en combate. En su famoso artículo
sobre el Wehrmacht, Morris Janowitz y Edward
Shils atribuyeron el rendimiento extraordinario
de este ejército condenado al intenso lazo personal
dentro del principal grupo militar: “La proximidad espacial, la capacidad de comunicación
íntima, el suministro de protección paternal
por los suboficiales y oficiales subalternos y la
satisfacción de ciertas necesidades de personalidad, por ejemplo, la virilidad de la organización
castrense y sus actividades” eran esenciales para
el rendimiento.4 Por cierto, en su estudio sobre los
soldados estadounidenses en la Segunda Guerra
Mundial, Sam Stouffer coincidió, al concluir que
“el combate plantea para un hombre un desafío a
fin de probarse a sí mismo y a otros”.5 La masculinidad era un factor motivador clave utilizado para
fomentar la solidaridad en la línea y “el hombre
que se adhería al código del soldado en combate
había demostrado su virilidad”.
La masculinidad ha sido un factor importante en la cohesión y motivación en combate,
sin embargo, sería un error ser insensibles a
las transformaciones históricas. Los estudios
clásicos sobre la cohesión de los años 40 a 70
no fueron necesariamente imperfectos pero es
fundamental recordar que analizaban los grandes
ejércitos de ese tiempo. Ahora, tales