Military Review Edición Hispano-americana Cuarto Trimestre 2016 | Page 23
COLOMBIA
(Foto: Chamal Pathirana, Wikimedia Commons)
Soldados de Sri Lanka portan sus banderas de unidad durante un desfile anual en Colombo, Sri Lanka, señalando el aniversario de la
victoria sobre los rebeldes de los Tigres de Tamil en la guerra civil, 19 de mayo de 2012.
compartieron una visión del futuro que era preferible
a la lucha continua y, por lo tanto, se dedicaron a los
acuerdos necesarios para su realización.
Es cuestionable si la situación actual en Colombia ha
alcanzado este nivel. Aunque la Política de Seguridad
Democrática de Uribe infligió graves pérdidas en las
FARC —se podría llamar aniquilación— el Gobierno
no aprovechó la ventaja militar para tener un poder
de negociación manifiesto18. Por lo tanto, las FARC
continúan con su proyecto y el Gobierno de Santos,
habiendo desaprovechado su ventaja, parece incapaz
de establecer las condiciones necesarias para avanzar.
En todo caso, hoy en día las FARC están empoderadas
por el fuerte sector de seguridad de Colombia, dado
que usan el lenguaje internacionalmente resonante de
derechos humanos y represión gubernamental para
compensar por su debilidad militar y negociar desde
una posición de poder.
De este modo, recordando el hostigamiento violento
de su partido sustituto, la Unión Patriótica, en la década de los años 80 del siglo XX, las FARC actualmente
insisten en la retención de sus armas en las zonas de
paz que luego controlarán y las fuerzas armadas serán
MILITARY REVIEW Cuarto Trimestre 2016
restringidas de entrar. Ya que las acusaciones de represión gubernamental sin lugar a dudas fueron justificadas en las fases iniciales del conflicto en Colombia, esta
retórica parece ser de carácter mucho más instrumental que sincera, produciendo una ventaja estratégica en
lugar de protección necesaria.
De hecho, cuando surgió evidencia de que las FARC
organizaban mítines políticos armados en las zonas de
paz y que el Gobierno buscaba prohibir tales actividades, las FARC protestaron que el Gobierno cambiaba
las condiciones del acuerdo y «básicamente buscaban
una rendición»19. De nuevo, el Gobierno tuvo que dar
marcha atrás. De hecho, la rendición pudiera haber
sido la conclusión preferida de la Política de Seguridad
Democrática, dada la posición militar debilitada en
aquel momento y la falta de resonancia de las FARC en
la sociedad colombiana, y sin embargo —de la misma
manera que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN
aprendieron en Irak, Afganistán y Libia— convertir
los logros militares en victorias políticas resultó ser
demasiado difícil. En esta situación, la falta de voluntad
y evaluaciones equivocadas por parte del Gobierno de
Santos sin lugar a dudas desempeñaron un papel clave.
21