Military Review Edición Hispano-americana Cuarto Trimestre 2016 | Page 18

que los hechos de la historia serán decididos por varias comisiones de la verdad y paneles internacionales. En contra de todos los sondeos y expresiones públicas de apoyo, el Estado ha de hacerse el enemigo del pueblo. Debido a la larga duración de las negociaciones y las esperanzas excesivamente altas por la posibilidad de la paz, el Gobierno se encuentra en una posición de ser obligado, poco a poco, a ceder el paso. El ambiente de las negociaciones de paz es de todo menos prometedor, pero la mayoría de los analistas están de acuerdo en que algún tipo de acuerdo será firmado en 2016—un pronóstico que es reflexivamente celebrado debido a la promesa presumible de una «paz para nuestros tiempos» al estilo de Neville Chamberlain. Lo que se necesita es una apreciación más profunda de la historia, especialmente en cuanto a las transiciones de la guerra a la paz, ya que el historial en escenarios comparables (tales como Sri Lanka, Nepal y El Salvador) presenta inquietudes pertinentes al futuro de Colombia. La paz como continuación de la guerra Todo grupo insurgente competente entiende que el uso de la fuerza —o la violencia— solo es relevante estratégicamente en la medida que pueda crear espacio político e influencia. Estas metas pueden ser obtenidas igualmente a través de otras maneras, tales como el aprovechamiento la explotación de negociaciones para lograr la protección, inmunidad o concesiones políticas inconmensurables con los logros militares o estatus social de un grupo. Este planteamiento puede ser visto más enérgicamente en el conflicto entre el grupo Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE) y el Gobierno de Sri Lanka, que incluyó cuatro períodos de negociaciones, mediadas por poderes extranjeros y profundamente problemáticas en su implementación e intenciones, sin lugar a dudas por parte del LTTE. Durante la última tregua, iniciada por el LTTE en febrero de 2002, el grupo se aprovechó de las restricciones impuestas sobre las fuerzas de seguridad de Sri Lanka para avanzar agresivamente en áreas tamiles que antes les habían sido negadas3. En octubre de 2003, el LTTE emitió una propuesta, la Autoridad Interina de Autogobierno (ISGA), que buscaba establecer un control legal en vez de un control por medio de la fuerza en las provincias del norte y del este 4. Después del tsunami aplastante en 16 el océano Índico el 26 de diciembre de 2004, la propuesta de ISGA comenzó a asumir todas las características de estadidad, puesto que el LTTE quería coordinar toda la asistencia internacional que llegaba en grandes cantidades a Sri Lanka a través de su propia burocracia anti-estatal5. En todas las partes del proceso continuaron las operaciones psicológicas en contra del Estado, esto mientras el LTTE sacaba provecho del cese de fuego como una cobertura para eliminar a todos los que se oponían al grupo, incluyendo el ministro de relaciones exteriores de Sri Lanka y, de hecho, centenares de políticos y activistas tamiles. El punto es que el LTTE seguía empeñado en la guerra, sin importar el tipo de retórica que se utilizara en el proceso de paz. En su discurso anual, dado el 27 de noviembre de 2005, Día de los Héroe s del LTTE, el «Presidente y Primer Ministro del Eelam» (como los medios de comunicación tamiles lo denominaron) Velupillai Prabhakaran advirtió que el LTTE pretendía reanudar las hostilidades si el Gobierno no tomaba pasos tangibles hacia la paz6. Al mismo tiempo, notables ataques suicidas perpetrados por el LTTE, incluyendo un atentado contra el comandante del Ejército de Sri Lanka, teniente general Sarath Fonseka, y otro atentado exitoso contra el tercer oficial más importante del ejército, produjeron una situación sin arreglo. En busca de una victoria diplomática cada vez más improbable, Noruega —el mediador principal para llegar a un acuerdo— hizo esfuerzos de intervención a última hora que predeciblemente fracasaron. Mientras incrementaba la violencia, los ataques suicidas acertaban blancos aun en el extremo sur de Sri Lanka y, ya para agosto de 2006, el país, de nuevo estaba en guerra. Colombia debe estar familiarizada con la estrategia usada por el LTTE. Se han intentado negociaciones de paz varias veces antes de la ronda actual, más recientemente durante la administración de Pastrana, pero no sirvieron de nada. A fin de alejarse de la «represión» y buscar la paz, Pastrana complementó las negociaciones con excursiones para los líderes de las FARC con funcionarios europeos, aquellos con tendencias socio-democráticas en particular, para que pudieran ver y escuchar por ellos mismos cómo tales regímenes funcionan en el mundo político moderno. Se esperaba que estas visitas repercutieran en las aspiraciones revolucionarias propias de las FARC e inspiraran una mediación de reivindicación pacífica. En principio, las Cuarto Trimestre 2016  MILITARY REVIEW