Military Review Edición Hispano-americana Cuarto Trimestre 2016 | Page 17
COLOMBIA
(Foto: Luis Acosta, Agence France-Presse)
Guerrilleros de las FARC escuchan durante una clase sobre el proceso de paz entre el Gobierno de Colombia y sus fuerzas en un campamento en las montañas, 18 de febrero de 2016.
las FARC parece haberse dado cuenta de que su lucha
armada no tenía perspectivas de éxito. Partiendo de
un énfasis actualizado en los aspectos políticos de la
lucha, aceptaron, condicionalmente, nuevas negociaciones de paz pero siguieron determinados a obtener la
mayor ventaja posible, sacando provecho de la prisa del
Gobierno por llegar a un acuerdo.
En concreto, las propuestas de las FARC reflejan
tres objetivos: un esfuerzo desesperado por lograr
legitimidad ante el pueblo colombiano y la comunidad
internacional; se le debe entregar el control político y
geográfico de facto o hasta de jure sobre varias áreas y
poblaciones, especialmente sobre importantes regiones rurales en la parte sur del país donde han estado
activos por mucho tiempo, y convocar una convención
constitucional con representación sectorial (idealmente con las FARC poseyendo escaños reservados). Si se
satisfacen estas metas, los líderes de las FARC piensan
que tendrán mejores probabilidades de ganar el poder
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político a través de elecciones para cambiar la naturaleza del Estado—siendo el objetivo convertir a Colombia
en un tipo de Gobierno socialista parecido a la
República Bolivariana de Venezuela. El liderazgo de las
FARC no ha abandonado sus metas marxistas-leninistas, solo ha enmascarado su ideología con un lenguaje
adecuado para el siglo XXI1.
En sus esfuerzos por refundir su lucha, las FARC
han alegado en todas las negociaciones que las desigualdades y la brutalidad del Estado los han llevado al camino de la insurgencia. Pretenden hablar por una base
social amplia y simplemente niegan el grado hasta el
cual, por décadas, han propugnado el asalto contra los
inocentes como su metodología principal para entablar
la guerra. No hay crímenes que no hayan cometido:
desde la tortura y asesinato, extensos campos minados
(y normalmente sin marcar) en todas partes del país,
secuestros y violaciones, hasta el narcotráfico y chantaje2. Las FARC niegan todos estos crímenes, insistiendo
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