En la modernidad, pensar se percibe como
un estado de ánimo y éste estado recibe
como herencia un carácter romántico. Los
sentimientos más o menos bien
reordenados, sólo iluminados por la razón
al compás con la cultura decadente y
realista del último cuarto de siglo. Se habla
del modo de “vivir” y se acepta todo,
olvidando vivir según lo que le es propio a
cada momento.
M. Esperanza Outón
Madrid, 2017
EL HOMBRE COMO FIN
REFUTACIÓN DE LA FILOSOFÍA MORAL DEL SIGLO XX