MagLes Revista Lésbica MagLes #16 | Page 31

Dobles A aAaAaAa– dijo la mujer vestida de blanco transparente. No hacía falta mirarme al espejo para reconocerme. Estaba allí delante. Justo enfrente. Mis ojos, mi boca, mis cejas, mi sonrisa. Todo igual. Era la protagonista de aquella obra rara donde todos los personajes se expresaban con onomatopeyas. Era la actriz de las as. A veces se asombraba, a veces se dolía, a veces se espantaba, a veces se alegraba. Me entraron ganas de salir corriendo. Porque era yo. Otra yo. Incluso los gestos se reproducían con absoluta fidelidad. Debía tener, eso sí, unos cuantos años menos. Hubo un momento en que pareció detectarme entre el público y se paró en seco. Menos mal que su personaje, siendo de as, era un poco lento y tardaba en reaccionar. Eso hizo que el impás quedara solapado por el no argumento de la obra. No tenía intención de quedarme a saludarla pero oí una voz a mis espaldas. –¡Perdona, perdona! Me volví y era yo. Las dos nos quedamos en silencio durante unos buenos segundos. Luego yo sonreí y ella sonrió. Rebeca, que así se llama mi doble, dio unos pasos hacia mí. –Te has dado cuenta, ¿no? Asentí con la cabeza. –Me gustaría que habláramos. Tras unos breves balbuceos apoyados en la ‘e’, conseguí decirle que tenía mucha prisa pero que si quería podíamos quedar otro día. Intercambiamos teléfonos. Le di uno falso. Cambié el último número. No tenía ganas de volver a verme. De constatarme otra. Pero no hace mucho, tropecé con ella. Hacía de mimo en el parque de la Ciutadella. Nunca me han gustado los mimos. Intenté evitarla, pero hice tarde, ya me había visto. Nunca se me hubiera ocurrido pensar que el amor estaba a una sola cifra de distancia –No estaba bien el teléfono que me diste, era de una chica que se llama Eva. COLUMNA Texto: Laura Freijo Justo Me excusé. Fingí haberme equivocado. –No te preocupes, es maravilloso. Resulta que nos conocíamos del colegio. Ahora estamos juntas. Gracias a ti he encontrado el amor. Me la quedé mirando sin decir nada. Observé cada detalle, como me he observado a veces mientras me desmaquillo. El parecido es tan extraordinario que ni mis propios padres podrían haberla engendrado. –Me alegro mucho por ti – mentí de nuevo. Esta vez no volvió a insistir en vernos. Nos despedimos. Al llegar a casa caí en el sofá abatida. Nunca se me hubiera ocurrido pensar que el amor estaba a una sola cifra de distancia. Y menos aún, que lo disfrutaría yo siendo otra que soy yo. MagLes #16 - sep/oct.14 31