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DEVOLVER EL PROTAGONISMO
A LA MUJER
“Una vez nació mi hija, me sentí increíblemente fuerte y capacitada
para atenderle”, rememora Chus
Montes, quien asegura que “volvería
a vivir una y mil veces” la experiencia. Dice que su parto fue un parto
“físico” que transcurrió de una forma
“potente, imparable, saludable y
profundamente normal”. Algo que
considera importante destacar porque dentro de esa “normalidad” se
encuentra un proceso que ella vivió,
corporalmente, de una forma muy
simple: “contracciones que fueron
de menos a más, picos de dolor de
gran intensidad que hoy no recuerdo, cambio de posturas a discreción,
expulsivo cortísimo, y una recuperación posterior impresionante”.
De la necesidad de volver a recuperar el protagonismo de la mujer y
el bebé durante el proceso de parto
y nacimiento habla Charo Quintana,
que afirma que ello pasa de forma
irremediable por “respetar la fisiología del parto y respetar la forma en
que cada mujer quiere vivir la experiencia de parir y de recibir a su criatura”. Para la ginecóloga, en la actualidad el parto es visto como “un
proceso que debe ser totalmente
controlado y dirigido por profesionales sanitarios”, algo que deja a las
mujeres relegadas a un mero papel
de “receptoras de intervenciones
y prácticas médicas sobre
las que consideran que
poco tienen que decir
por dos razones fundamentales: carecen de
conocimientos técnicos y como no está en
juego solo su salud sino la de
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•
mama
su hijo o hija, su autonomía queda
comprometida frente a unos profesionales que creen que deben erigirse en los representantes de los intereses del feto”.
De la misma opinión es la matrona
Inma Marcos, que añade que en lugar
de ver el proceso de parto como “un
acto quirúrgico y un suceso peligroso y terrible que necesita presencia
“Existe el
prejuicio de
que tanto las
comadronas
que se dedican
al parto en
casa como
las mujeres
que asisten
son hippies
alternativas”
• NOVIEMBRE 2016
médica para llegar a buen fin” se debería considerar que “todas las mujeres nacen diseñadas para parir y
también los bebés saben nacer. Es
decir, que por defecto las mujeres
embarazadas están sanas y los partos van bien”.
Recuperar ese protagonismo no
es fácil. Esa citada necesidad de dirigir el proceso de parto para llegar a
buen puerto ha cobrado fuerza en
las últimas décadas, especialmente
desde que el parto saltó del hogar al
hospital. La supervisora de enfermería y matrona del Servicio de Partos
en el Hospital Universitario de la Plana, Soledad Carreguí, explica a Madresfera Magazine que cuando se
produce esa migración de lo doméstico a lo hospitalario es cuando “el
protagonismo pasa a ser de los profesionales, que son quienes manejan
el parto y quienes restan autonomía
a la decisión de la mujer”, llegando
hasta el punto de que “el niño pasó a
ser del hospital y no de la mamá. Incluso la lactancia materna se manejaba como si fuese una medicación,
con tomas cada tres horas”.
Con tanta intromisión, ¿han perdido las mujeres confianza en su
capacidad para dar a luz? “La han
perdido y los profesionales hemos
contribuido a ello porque el mensaje ha sido “ven, te lo hago todo
y tú no te tienes que preocupar de
nada”. Si concebimos el parto
normal desde la fisiología, sin
embargo, este es cosa de
dos: de la mamá y del
bebé. Y de la simbiosis
entre ambos. Incluso, si
me apuras mucho, del
factor padre o pareja,
como apoyo imprescindible.