Madresfera Magazine 06 - Septiembre 2016 | Page 71
[ CULTURETA ]
L
os hijos, sobre todo durante sus
primeros años de vida, siempre
han sido motivo para presumir,
para mostrar ante los seres
queridos y los vecinos. Ante
el entorno más cercano, el círculo
más próxima de confianza. Los límites de ese círculo, sin embargo, se
han diluido hasta desaparecer con
el boom de las redes sociales y,
especialmente, de redes centradas
en la fotografía como Instagram.
“Ha cambiado el entendimiento de
la intimidad”, asegura María Elisa
Chulía, profesora titular de Ciencias Políticas y Sociales de la Uned. Para la docente,
los límites de la intimidad se enmarcan
ahora en un espacio más pequeño que
antes y “como intimidad y vergüenza van
de la mano”, el cambio en la concepción
de primera ha modificado también a la
segunda: “Cuestiones que antes nos daban vergüenza porque entraban en nuestro
espacio de intimidad, ahora no nos la dan. Todo ello
puede concebirse como una liberación (en la medida en que resulta más “natural” y menos “convencional” y represivo), pero se olvida a menudo que la
intimidad es un mecanismo de protección personal.
Si reducimos el ámbito de la intimidad, rebajamos
el alcance de nuestra protección”.
¿Explica eso que ahora los padres tengamos esas
necesidad de compartir fotos de nuestros hijos con
todo el mundo a través de las redes sociales? Para
Marisol Ramoneda, psicóloga de familia, los avances
tecnológicos a nivel comunicativo han proporcionado una inmediatez que permite captar con mucha
facilidad un instante peculiar, habitual o cotidiano
que ni siquiera hace falta que sea extraordinario.
“Algunas personas pueden difundir una imagen de
los hijos en el sentido literal de la palabra “compartir”; es decir, para que otros familiares o amigos que
están lejos disfruten a la vez que ellos de ciertos
momentos. Este sería quizás, el lado positivo de las
nuevas tecnologías. Sin embargo, otros individuos
pueden hacer público lo que hasta
entonces se consideraba como privado
por varios motivos: desde el afán
lucrativo, hasta la idea de aparentar lo
que les gustaría, y carecer de ello;
pasando por aquellos que quieren
hacerse notar presumiendo de vida e
hijos”, reflexiona.
María Elisa Chuliá, por su parte,
encuentra otra explicación a esa
necesidad que, matiza, no tienen
todos los padres. Para la profesora,
experta en temas femeninos y de
familia, los hijos son hoy día “un
indicador de éxito familiar, una
riqueza susceptible de ser exhibida
porque proporciona reconocimiento
social”, ya que los hijos suelen
tenerse cuando uno ha concluido sus
estudios y se ha consolidado profesionalmente. Chuliá argumenta en ese
sentido que el fuerte descenso de la
fecundidad ha traído consigo “la apreciación de los
niños”, así que tener hijos se ha convertido en
cierto modo “en un símbolo de “distinción” de
mujeres y hombres jóvenes; los hijos representan
para ellas y también para ellos una suerte de
consolidación biográfica”. De esta forma, publicar
imágenes de los hijos en sus mejores momentos se
habría convertido en un modo “eficaz” de reivindicar esa distinción y esa consolidación biográfica.
Consecuencias futuras de la exposición
Que los padres no puedan reprimir sus ganas de
exhibir a sus hijos ante todo el mundo tiene para
María Elisa Chuliá una explicación sencilla: la
satisfacción de mostrar a los hijos “es inmediata” ya
que en apenas unos segundos recibes mensajes o
comentarios “valorando positivamente” una foto o
un vídeo gracioso de tus hijos. Y claro, que admiren
a tus hijos “es como que te admiren a ti mismo
porque ellos son, al fin y al cabo, un elemento
constitutivo de tu biografía, una prolongación de tu
persona”. Para Marisol Ramoneda, por su parte,
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