Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 80

Debía de estar exhausta. Por eso y por lo de tocar fondo que Alec le había explicado en el club. Él estaba justo detrás de ella, se le acercó aún más y le puso las manos sobre los hombros. —El baño es por esa puerta. ¿Quieres ducharte? Lo de la ducha sonaba genial pero no lograba hacer acopio de fuerzas para dársela. —Ahora no. Tengo que dormir. Alec la desvistió con unas manos sorprendentemente suaves. Ella permaneció ahí de pie y dejó que se lo hiciera todo. Apenas era capaz de levantar los brazos para que pudiera quitarle el top por la cabeza. No obstante, en todo momento fue paciente con ella y la desnudó como si fuera una especie de muñeca. Al final se quedó con el sujetador y las braguitas. Él la llevó hasta la cama, apartó las sábanas y la ayudó a acostarse. La cama era cómoda y ella se tumbó sobre la suave capa de cutí. Fantástico. Notó la frescura de las sábanas en la piel y se estremeció. Entonces Alec se tumbó a su lado, desnudo, y le dio calor mientras la atraía hacia sí y apoyaba su cabeza en el hombro. Notaba su piel lisa y sedosa en contacto con su mejilla. Notó una sensación extraña en el pecho cuando la estrechó entre sus brazos, mucho más que cualquier otro hombre en mucho tiempo porque ella nunca hubiera permitido semejante cercanía. Hubiera empezado a llorar otra vez pero estaba muy cansada. Ya no podía pensar ni sentir nada. Cerró los ojos y dejó que el sueño la envolviera. Alec estuvo despierto un buen rato en la oscuridad escuchando respirar a Dylan y preguntándose a sí mismo qué estaba haciendo. No recordaba cuándo había sido la última vez que había traído a una mujer a su casa. En general prefería escenificarlo todo en el club o allí donde viviera la otra persona. Después de una sesión se aseguraba de que volvieran del subespacio con un buen subidón y luego regresaba a casa solo. A veces se tomaba una copa o leía antes de acostarse también. Y siempre dormía a pierna suelta después de una sesión. Aunque el juego no hubiera ido del todo bien, aunque hubiera habido algún roce. Él siempre se aseguraba de resolverlo todo antes de que terminara la noche, para que todo el mundo estuviera tranquilo y se sintiera bien. Era su responsabilidad como dominante. No le gustaba hacer nada que no le dejara después con una sensación de bienestar, algo positivo. El control del universo o, por lo menos, de su pequeña