Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 72

Volvió a notarse un pinchazo en la verga, que ya estaba hinchada. «No pienses en eso ahora. Concéntrate.» Le dio un azote más fuerte mientras, con la otra mano, seguía sujetándole el cuello con firmeza. Sabía que ahora sentía algo de dolor. También sabía que el deseo de su cuerpo podía convertirlo en placer si él sabía llevarla bien. Y era lo que pretendía. Se detuvo para acariciar su piel rosácea y sonrió para sus adentros al verle el rubor. Pasó los dedos por las nalgas y le dio unos pellizcos en la parte inferior. Ella se movió pero seguía respirando con normalidad. No había ni una pizca de tensión en sus músculos. Sabía que, de poder verle la cara, tendría las pupilas dilatadas y las mejillas sonrosadas. —Dylan, ¿estás conmigo? —Sí. —Ahora te azotaré de verdad. Ella gimió y luego dijo: —Sí… —Buena chica. Alec levantó la mano y la bajó de golpe sobre una de las nalgas. Ella dio un grito ahogado pero no se movió. —Perfecto, Dylan. Inspira y expira como te he enseñado antes. Él esperó hasta que ella inspiró hondo y luego volvió a dejar caer la mano sobre su trasero. —¡Ah! —Bien, Dylan. Tú puedes. Le volvió a dar un azote en el trasero, que se tornaba de un rosa muy bonito. Y ella lo aguantaba bien. «Qué mujer más hermosa.» Le estaba volviendo completamente loco. Entonces empezó a marcar un ritmo; la mano subía y bajaba al compás de la música que sonaba de fondo. No existía nada más. Solo la música, la línea perfecta de su trasero y el punzante deseo que apenas lograba contener pero que, de algún modo, pudo refrenar.