Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 70

persona con tendencias sumisas. Y con ella funcionaba a las mil maravillas. Siguió mirándola a los ojos mientras introducía su otra mano entre sus muslos y la hacía abrirse de piernas. Su boca formó una «O» pero no dijo ni una palabra. Él movió las manos entre su jugosa piel y encontró el calor de su monte de Venus a través de las braguitas de gasa. —Dime que lo deseas —le ordenó. —Sí… Lo deseo. Encontró el ribete de la prenda y pasó los dedos por debajo. Ella gimió pero mantuvo los ojos abiertos y fijos en los suyos mientras él acariciaba sus pliegues hinchados entre los muslos. Estaba increíblemente mojada. Empapada. Sería su perdición tocarla así y no hacer nada con los insistentes latidos de su verga. Pero lo haría de todos modos. Llegó a su sexo, apartó los pliegues y sus dedos permanecieron allí un momento. Estaba muy caliente. Entonces encontró el clítoris y lo pellizcó. —¡Oh! A pesar de todo, su mirada no vaciló. Tiró suavemente de la piel y le dio un breve masaje. A ella se le aceleró la respiración hasta que empezó a jadear y abrió la boca de labios rojos. Cuando le introdujo dos dedos ella dio un grito ahogado. Notó una contracción en la polla. Su interior era como de terciopelo, cálido y húmedo; su polla quería entrar. «Contrólate.» Inspiró hondo y le introdujo los dedos con fuerza. Ella se retorció en su regazo y eso le hizo estremecer. Pero estaba concentrado en ella, en la mano que tenía en su interior, cada vez más adentro, hasta que supo por sus gemidos que le había encontrado el punto G. —Córrete para mí, Dylan. Y lo hizo. Así de simple. Su sexo se contrajo alrededor de sus dedos, mientras arqueaba la espalda. Su polla vibraba del anhelo y tenía las pulsaciones aceleradas. «Ah, joder… Alec…» Ella se mordió el labio y eso fue demasiado bueno para resistirse. Se le