Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 68

—Cierra los ojos. Ella obedeció sin rechistar. —Quiero que te concentres. Piensa en cada respiración. Solamente en tu respiración. En mi voz. En mi mano en tu pelo. En nada más. Su sexo estaba cada vez más caliente; entonces supo que ya la tenía a punto, lo entendiera ella o no. Y se notaba la polla cada vez más dura; le latía del deseo. —Inspira y aguanta la respiración unos segundos —le dijo—. Bien. Ahora expulsa el aire poco a poco. Otra vez. Mientras respiras, siéntelo en todo el cuerpo. En los pulmones, el estómago, brazos y piernas. Y nota mis manos encima de ti. Le acarició la espalda hacia arriba y luego hacia abajo otra vez, notando los delicados huesos de su columna vertebral, sus omóplatos, su fino cuello. Tenía la constitución de una bailarina; su cuerpo era esbelto, ágil y tonificado. «Perfecto.» —Muy bien, Dylan. Respira. Concéntrate. Bajó la mano hasta rozar el ribete de sus braguitas. Ella siguió completamente quieta mientras él introdujo los dedos bajo la tela justo donde empezaban a curvarse sus nalgas para acariciarlas. Permaneció allí un rato, dejándola respirar y acariciándole la piel, que se volvía cada vez más caliente. Pero por fin se estaba tranquilizando. Lo notaba en sus músculos, que se relajaban, y en su respiración, que empezaba a ser más regular. Sus mejillas seguían estando pálidas pero tenía los pezones duros e hinchados y a través de la gasa del sujetador veía que cada vez eran más oscuros. «Necesitaba tocarlos. Saborearlos. Tenía que saborearla a ella también.» La atrajo hacia sí y baj ó la boca hacia la suya. Tenía los labios suaves y ligeramente entreabiertos. Mientras pasaba la lengua por su carnoso labio inferior, sus labios se abrieron para él y entró. La lengua de ella fue toda una impresión, de lo cálida y húmeda que era. No esperaba este impacto de deseo que le cortó como un cuchillo. Quería darle un beso sencillo y ligero, para que sintiera el roce de sus labios un momento. Pero el deseo se apoderó de él y se perdió en su boca. Ella gimió y Alec notó su cálido aliento. Él la inspiró y la exhaló, y ella le rodeó el cuello con los brazos. Era muy dulce. Él la besó con más fuerza y ella le devolvió el beso con la misma intensidad hasta que ambos se quedaron sin aliento.