Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 41

—Quiero que estés en casa mañana a las ocho de la tarde. Entonces hablaremos más. —Eh… está bien. Puedo estar aquí a las ocho. —No era una petición, Dylan. —Ya lo he entendido. —Pareces enfadada. —Puede que lo esté. Dylan rechinó los dientes apretando la mandíbula con fuerza. ¿De qué iba eso de darle órdenes? Aún no estaban en el Pleasure Dome; aún no habían asumido los papeles de dominante y sumisa, ¿no? —No pasa nada por estar enfadada —dijo él—. A menudo forma parte del proceso mental. Es difícil soltarse del todo, entregar tu poder a otra persona. Solo recuerda que haciéndolo también tienes poder. Al tomar esa decisión. ¿Lo entiendes? —Bueno… tal vez. Tengo que pensarlo. —Hazlo. Te llamaré mañana por la tarde. Que duermas bien. Él colgó y Dylan pulso el botón de apagado del teléfono con una mano temblorosa. Ahora mismo no estaba segura de poder conciliar el sueño. ¿Cómo sabía esas cosas cuando ella apenas las conocía? Y, teniendo en cuenta lo sexualmente sofisticada que era, ¿cómo no se había dado cuenta antes? No lo sabía. Lo único que sabía era que la rabia y el deseo forcejeaban en su interior y llegó un punto que ya no pudo resistirlo más. Se levantó del sofá, cruzó el apartamento y se asomó a las vistas oscurecidas por la niebla. A sus pies, la avenida Western estaba iluminada; las luces de bares y cafeterías y los faros de los coches al pasar. Por una vez no llovía y la noche era completamente negra bajo la capa de niebla. En el fulgor ambarino de una farola, dos personas se besaban apasionadamente, abrazándose el uno al otro. Miró cómo se besaban y se toqueteaban y sintió crecer la excitación. Refunfuñando, se dio la vuelta, dispuesta a ir a la cocina a por una copa de vino. Pero no era vino lo que quería. En lugar de eso, cruzó la sala de estar y entró en el dormitorio, al otro extremo del apartamento. El color de la cama, blanca como la nieve, refulgía débilmente a la luz de la lámpara del salón y proporcionaba un marcado contraste