Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 28

A duras penas había conseguido dormir y ahora se levantaba más duro aún. Se esforzó por tranquilizarse pero el pene le latía, desbocado. Imaginaba unos largos rizos pelirrojos con reflejos ambarinos a la luz del día que caían por encima de los hombros estrechos de Dylan. Vio un par de ojos grises, fríos, que parecían encerrar un misterio; algo que le ocultaba, algo que él quería — necesitaba— saber. Tenía la piel pálida y blanca como el marfil. La delicada línea de la clavícula en el borde del jersey y, por debajo, la curva de sus pechos, perfectamente formada. Había permanecido despierto hasta tarde imaginando cómo serían, qué tacto tendrían y a qué sabrían al lamerlos. Cómo sería notar sus largas piernas alrededor de su cintura mientras se introdujera en ella, en su sexo caliente y acogedor… Gimió. «Mierda.» Apartó el edredón, bajó la sábana y se acarició, rodeando su sexo erecto con las manos. ¿Qué sentirí a al notar sus deliciosos labios rojos alrededor de él, lamiéndole el glande? Gimió y se apretó el miembro con más fuerza mientras levantaba las caderas al ritmo de sus manos. Seguro que tendría la boca húmeda, cálida, pero no tanto como su sexo. Le separaría los muslos y la embestiría con fuerza, una y otra vez. «Dylan…» Sus ojos se volverían vidriosos, separaría los labios y se estremecería al llegar al orgasmo, apretando los músculos con fuerza alrededor de su pene. Él arqueó la espalda sin dejar de masturbarse, rozando la punta de la verga hinchada con las yemas de los dedos. Sabía que estaba a punto de correrse por el ímpetu de los latidos que notaba en la verga. «Dylan…» Necesitaba azotar su hermoso culo y luego penetrarla. Hacer que se corriera. Follarla. «¡Dylan!» Entonces se corrió y el placer fluyó caliente en sus venas. Se estremeció. Siguió masturbándose para expulsar hasta la última gota de semen. Hasta el último momento de placer. Así intentaba sacarse a Dylan de sus pensamientos.