Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 222
soportar. No pude soportar amarte y arriesgarme a perderte tal y como perdí a mi
hermano. Por eso, me alejé de ti. He tenido miedo, en mayor o menor medida,
desde que te conocí. Pero te quiero, tengo que afrontarlo. Necesito estar contigo,
aunque tenga miedo de que te mueras en un accidente de moto o de… que no
pueda amar a nadie. Estaba muerta de miedo e intentaba fingir que no era así.
Ahora solo necesito superar ese miedo y estar contigo.
—Al menos, lo has intentado. Que es más de lo que yo puedo decir.
—¿Qué quieres decir?
—Me he pasado toda mi vida adulta corriendo, diciéndome que estaba
buscando algo en lugar de huir. Pero entonces, te conocí. Encontré lo que
realmente buscaba. Y, al principio, no me di cuenta. Porque, durante todos estos
años, me he engañado pensando que la única opción que tenía era no encariñarme
con nadie. Porque cualquier cosa que no podemos controlar es azar. El amor es
azar. Y me he pasado la vida luchando contra esta regla universal. Me he pasado la
vida intentando ser como mi padre. Creía que eso era lo ideal. Creía que él lo era.
Pero era un solitario. Y, seguramente, estaba solo. Por voluntad propia. Pero yo
puedo escoger otra cosa. Tenía que amarte antes de entenderlo. He sido tan
inmensamente testarudo, aferrándome a esas ideas absurdas incluso después de
empezar a sospechar que eran equivocadas.
—Yo he sido igual de testaruda —le dijo ella, tragándose las lágrimas—. Me
jactaba de ser muy independiente, muy valiente, capaz de lidiar con todo. Pero con
lo que no podía lidiar era con amar a alguien. Hui de ti porque tenía miedo a
perderte.
—No pienso marcharme a ningún sitio.
—Pero sí que lo harás. Irás en moto a Baja con Dante. Y, después, irás a otro
sitio. Y harás esas estúpidas escaladas e inmersiones, y Dios sabe qué más. Y te
podría perder. Te podría perder de forma horrible y trágica.
Las últimas palabras salieron en un sollozo, y él la abrazó y le dio un beso
sobre el pelo mojado.
—No me perderás. No. He hecho todas esas locuras y todavía estoy aquí,
¿verdad?
—Hasta ah