Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 213

¿Acababa de confesarse eso a sí mismo? ¿Contaba si jamás se lo decía a nadie? Pero quería contárselo a alguien. Quería decírselo a ella. Ojalá no la hubiera cagado con su rollo de tío al que no le gustan las relaciones. Siempre había pensado que, sencillamente, era honesto con las mujeres con las que salía. Le gustaba dejarlo claro desde el principio. Pero no era más que un mecanismo de autodefensa. Le permitía guardar distancia con todo el mundo. Y ahora, por fin, había encontrado a alguien de quien quería estar cerca… Pero ¿cómo podría confiar sus sentimientos por ella después de lo que le había estado contando? Apenas confiaba en sus sentimientos por ella y lo notaba como un cuchillo en el pecho: igual de cortante, de profundo, de intenso. La amaba. «Dylan.» Se imaginaba su rostro, esos pómulos redondeados y afilados, esa boca sensual, sus ojos grises y enormes, tan claros como si estuvieran tallados en puro cuarzo. Su cabello, como llamaradas alrededor de la cara, salvaje y con un olor tan bueno, que él quería probarlo, tocar esos rizos sedosos con su lengua. Y un cuerpo que era dulce y tentador, como puro pecado. Respondía como una sumisa natural. Pero, debajo de eso, había fuego puro, inteligencia, con un toque de rabia testaruda, para desafiarle de un modo que jamás le habían desafiado. «Dylan.» Quería montar en la moto y sacarse de encima esa constatación. Esa verdad. Se sentía mareado por ella. Abrumado. Pero, afuera, la lluvia caía con demasiada fuerza. Y la moto no haría que aquello desapareciera, por mucho tiempo que montara. La amaba. El corazón le martilleaba. Por amor. Con un miedo extraño y penetrante. Y, de repente, se dio cuenta de que había tenido miedo y había huido toda su vida. Que, para amar, tenía que cambiar sus ideas sobre el amor, las ideas que había aprendido de un padre al que adoraba. Quizá demasiado, se percataba ahora. Tenía que sacar a su padre del pedestal al que lo había subido desde que era un muchacho. Un pedestal que había crecido aún más tras su muerte, hasta que se había convertido en una especie de torre, de monumento poco realista. Tras el divorcio de sus padres, su padre había vivido solo durante el resto