Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 208
—No voy a montar ninguna escenita. Y, por favor, no menciones ahora a mi
madre. No es justo.
—¿Por qué no? No sabré por qué a menos que me lo digas, Dylan. ¿De qué
diablos va todo esto? ¿Acaso he hecho algo para ofenderte? ¿O Dante?
Ella rio, una carcajada corta y estridente que le hizo daño en la garganta al
salir.
—No. No me has ofendido, Alec. Y ahora, ¿me puedo ir?
—Lo veo difícil. A menos que suba contigo. Y tengo la sensación de que eso
no va a ocurrir.
—No, no va a ocurrir —dijo ella sin alterarse—. Tendré que pedirte que
tomes un taxi para ir a casa. ¿Me das las llaves, por favor?
—Mierda, Dylan. —Se las dio, y ella se estremeció con el calor de sus dedos
mientras le apretaba las llaves en la palma.
Alec se quedó mudo un momento, pero ella podía oír su respiración por
debajo del golpeteo de la lluvia en el techo del coche. Quería salir, correr, pero no
conseguía reunir suficiente aliento ni fuerza para moverse.
«Quizá porque sabes que esto es el fin. La última vez que le verás.»
Se le escapó un sollozo: fue tan repentino e inesperado que ni siquiera tuvo
tiempo de reprimirlo.
—Dios, Dylan.
Él la atrajo hacia sus brazos —su brazo bueno, al menos—, pero ella se lo
quitó de encima, empujándole tan fuerte como pudo.
—Para, Alec. Para, de verdad. Ahora este no es tu trabajo. Esto no es
ninguna escena de BDSM. No eres el dominante.
—¿Qué? Tampoco creía que ahora lo fuera. Esto es solo nosotros.
Entonces, ella le miró, vio el desconcierto en su cara. Y un punto de
auténtica rabia.
—No, no lo es, Alec. No hay un «nosotros». Tengo que irme. Por favor,
déjame marchar.
—¿Y no me vas a decir por qué?
—¿Por qué? Porque no eres un tipo al que le gusten las relaciones, Alec. Y
yo tampoco soy una chica a la que le gusten las relaciones. Lo que hace que esto
sea imposible desde el principio. Pero ahora… es más imposible que nunca. Y no lo