Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 196

Un escalofrío le recorrió toda la columna. —¿Preocuparme por qué? —Alec ha tenido un accidente, nada importante, y se encuentra bien… —¿Un accidente? —De verdad que está bien, te lo prometo. —¿Dónde está? —Estamos en el Hospital Virginia Mason, en Urgencias. —Oh, Dios mío. Voy para allá. —No es necesario que vengas. De verdad. —Voy. Cerró el móvil de golpe, con el corazón a mil por hora, encendida y alarmada por la inquietud. Por el miedo. Cogió el abrigo y el bolso y cerró la puerta con un golpe tras de sí. El montacargas pareció tardar una eternidad, pero, finalmente, estaba abajo, en su coche y cruzando la ciudad a toda velocidad. Malditas motos. ¿Por qué los hombres estaban tan obsesionados con ellas? Dios, si a Alec le había ocurrido algo, nunca se lo perdonaría. Llegó rápidamente al hospital, aparcó y salió del coche. Se fue directamente a Urgencias y entró. Ese olor. Lo odiaba: el olor de desinfectante, de alcohol desinfectante y de inquietud. Odiaba el ruido que hacían sus tacones en el suelo pálido de linóleo. La frialdad cruda de los bonitos cuadros florales de las paredes no contribuía a calmarla. Todo aquello le recordaba demasiado a cuando había perdido a Quinn. Apenas podía soportarlo. Pero Alec estaba allí, en alguna parte. Tragó la náusea que sentía y se acercó al mostrador. Una enfermera levantó la mirada. —Estoy buscando… a un amigo. —¿Nombre? —preguntó la mujer. —Alec Walker. —Dylan. Se dio la vuelta rápidamente y se encontró a Alec y a un hombre alto y desgarbado que debía de ser Dante. Acababan de cruzar las puertas dobles. El brazo izquierdo de Alec estaba en un cabestrillo. El pánico le provocó un escalofrío en la piel.