Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 165

Ella lo hizo, abriendo los labios mientras él sostenía la botella. Cuando ella hubo terminado, Alec la volvió a dejar en el suelo. Dylan tenía los ojos nublados, brillantes y plateados. Tenía las mejillas sonrosadas. Alec miró sus manos para comprobar la circulación: parecía estar bien. —¿Estás conmigo, Dylan? —Sí, estoy aquí —dijo ella, casi como una niña, como si se preguntara si él no la podía ver ni notarla, en su regazo. Él soltó una risilla suave. —Oh, estás tan lejos en el subespacio. Pero me encanta verte así. ¿Estás preparada para que ahora te folle, mi chica? Porque no puedo esperar. Joder, estoy tan duro por ti. —Sí. Por favor… Estaba enajenada, en las profundidades del subespacio. Pero él podía notar la necesidad irradiando de su piel en olas de puro calor. Derretida. Y, cuando él deslizó la mano por debajo de la manta suave, la encontró empapada. Todavía. De nuevo. —Oh, Alec, por favor… Ahora —gruñó ella. Él se levantó con ella en sus brazos y se fue hasta las alcobas con cortinas de las paredes exteriores del club. Una vez allí, la tumbó en la mesa alta y acolchada, le quitó la manta, que quedó bajo su cuerpo y se quedó de pie contemplando el esplendor de su cuerpo desnudo. Excitado. Ruborizado. Agotado. No lo suficiente. Todavía no. Alec se sacó las botas de un puntapié, después los vaqueros, se quitó la camiseta por encima de la cabeza y se enfundó un preservativo en la polla dura y dolorida. Se encaramó a la mesa para arrodillarse entre los muslos de Dylan. Dylan tenía el sexo rosa, brillante. Él se inclinó para saborearla. Era dulce y salada porque notaba plenamente en su lengua el sabor de su corrida. Él la lamió, pasando la lengua por todo su hendidura y después, deslizándola entre esos labios sensuales y metiéndola dentro. —Oh… Dios, Alec. Tenía la polla punzante, dolorida. Pero no podía parar de excitarse, de excitarla. Metió la lengua más adentro y Dylan jadeó y gimió. Y, cuando utilizó los dedos para separar los labios de su sexo, masajeándolos, ella se retorció,