Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 163

en tu cuerpo. ¿Me entiendes? —Yo… No lo sé… —De acuerdo. Yo vigilaré por ti. Te controlaré. Debes responderme cuando hablo contigo, Dylan. —Sí, te responderé. Alec sonrió. Tenía una sonrisa preciosa, con los dientes impecablemente blancos, los labios sensuales y la perilla de malo. Cuando él se inclinó para besarla, ella notó una oleada de calor. La besó con rudeza, de forma persistente, y ella se abrió a él. Y cuando él le puso una mano entre los muslos y le golpeó su sexo mojado, ella gimió y arqueó las caderas. —Ah, todavía no —dijo para excitarla mientras le daba un pellizquito en el clítoris. —¡Oh! —Te correrás, mi chica. Pero todavía no. Él la volvió a besar, ahora brevemente, antes de moverse por detrás de ella. Volvieron a empezar los azotes, pero en esa ocasión eran diferentes. Más fuertes, más punzantes y, de alguna forma distante, comprendió que estaba utilizando un instrumento diferente. Ese instrumento caía sobre su espalda una y otra vez hasta que la respiración de Alec se convirtió en un jadeo entrecortado en sus oídos. No paraba de escocerle, llenando su sexo hambriento y anhelante. Alec se detuvo, le pasó el brazo por la cintura y apretó su cuerpo contra el de ella. Ahora tenía la boca junto al oído de ella; Dylan podía sentir el calor de su aliento. —Eres tan inmensamente hermosa, Dylan. Te quiero. Y te voy a follar. Pero más tarde. Ahora quiero que te corras para mí. Delante de toda esta gente, de todos estos sensualistas que entienden lo que aquí hacemos. Entonces, ella fue plenamente consciente de la gente que les rodeaba. No importaba que ninguno les prestara atención. Saber que estaban allí ya era lo bastante bueno. Más que bueno. El sexo se le cerró fuertemente. Alec bajó la mano entre sus muslos y metió los dedos en sus flujos, entre los labios de su sexo. —Ah, Alec…