Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 140
—En ese caso, ha llegado el momento de ser malo.
Él estiró el brazo por detrás de ella y sacó una espátula de metal de la jarra
de cerámica blanca donde guardaba los utensilios de cocina. El mango era largo y
estrecho y la espátula, una plana extensión de cromo brillante.
—Alec, no pretenderás utilizar eso conmigo.
—Vaya, pues sí.
Sus ojos mostraban un brillo oscuro y satisfecho, lo que la hizo temblar.
Pero, más que miedo, lo que corría por sus venas era deseo, le subía por la piel.
Dejó el utensilio sobre la encimera y le puso las manos alrededor de la
cintura. La hizo girar y la dejó en el suelo, de modo que ella miraba hacia los
armarios. Entonces, él la hizo inclinar sobre la encimera de granito, caliente en la
zona donde ella había estado.
—Inclínate —le ordenó—. Quiero que pongas las manos sobre la encimera.
Y abre tus preciosos muslos. Buena chica.
Una pequeña parte de ella no se podía creer que realmente lo estuviera
haciendo. Pero obedeció sus instrucciones al pie de la letra. Otra parte de ella
temblaba al oír sus palabras.
«Buena chica.»
Encantador.
Alec le levantó la bata por encima de su cintura y se acercó justo detrás de
ella. Apretó el cuerpo contra el de ella hasta que ella notó la sólida cresta de su
erección contra su cadera.
—Estoy tan duro por ti, Dylan. Deseo tanto follarte que hasta me duele.
Pero, antes, necesito calentarme.
Pasó una mano por encima de sus nalgas desnudas y su contacto la hizo
estremecer. Entonces, bajó la mano hasta su coño húmedo.
—Ah, me encanta notar cómo te corres en mis manos, nena. Eres tan
inmensamente dulce en mi boca, quiero volverte a probar. Quiero hacértelo todo.
—Sí, Alec. Hazlo, lo que sea.
Su voz era ronca, baja, como un murmuro.
—Dios, lo que me haces. El hecho de que lo controles todo, salvo esto, salvo
cuando estás conmigo. Que te entregues tan completamente. No sería tan poderoso
si siempre fueras una chica sumisa y dócil. Pero no lo eres. Eres fuerte. Lo bastante
fuerte p &VR