Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 126
y rodillas y le subió el camisón hasta la cintura.
Debajo no llevaba nada: estaba desnuda.
Él gimió al ver su terso trasero y los labios de su sexo asomando entre sus
muslos; rosados y bien hermosos.
Se quitó la chaqueta y después la camisa. Entonces agarró la carne de su
culo con ambas manos, hincándole los dedos y dejando marcas. Eso era lo que
quería: marcarla. Lo necesitaba.
«Es mía.»
Apartó las manos y se detuvo; ella retrocedió un poco, ofreciéndole la dulce
curva de sus nalgas. Él bajó las palmas con fuerza y el sonido resonó en el aire.
Volvió a azotarla y esta vez toda ella se movió del impacto. Su piel empezaba a
enrojecerse un poco y a amoratarse también.
«Demasiado deprisa. Esto va demasiado deprisa.»
Se pasó una mano por el pelo mientras la observaba. Estaba jadeando y él
también.
—Dylan.
—¿Alec?
—Dime.
—Que te diga el qué.
Se arrodilló junto al sofá y le puso una mano en la nuca, debajo del pelo. Le
ardía la piel. Él la tenía ya tan dura como el acero. Con los dedos se aferró a su
melena y tensó los largos rizos hasta que llegó al cuero cabelludo. Le levantó la
cabeza hasta que se encontraron sus miradas.
—¿Te apetece esto? ¿Quieres que esté aquí y te toque, te azote? ¿Y que te
folle?
—Sí. Sí…
Su voz era un débil susurro pero eso era lo único que necesitaba oír.
Renunció al control y simplemente se soltó. Cayó encima de ella —esa era la única
forma de describirlo— y le plantó la boca en la garganta, donde le lamió la tierna
piel que encontró allí. Sus manos acudieron a sus pechos y empezaron a masajear e
incluso a pellizcar los pezones a través del camisón. Ella gemía con suavidad;
empezaban a endurecérsele los pezones.
Se alejó de ella lo suficiente para quitarse los zapatos con los pies y quitarse
luego los pantalones. Ella se quedó inmóvil mientras él se desnudaba, apoyada en