Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 112

mientras seguía empujando los dedos en su ano. Ella temblaba mientras su sexo acogía su miembro como una especie de puño aterciopelado. El calor y la humedad eran increíbles. El placer le sobrevino como un mazo y quedó cegado por el orgasmo. Sin embargo, siguió embistiéndola. —Tengo que hacerte el amor… Tengo que follarte… sí… Le daba vueltas la cabeza. Eran solo piel y sudor; notaba el olor a sexo por doquier mientras caía encima de ella y extraía los dedos resbaladizos de su trasero. Era muy consciente del cuerpo que tenía debajo. Notaba sus senos suaves contra el pecho; su vientre, una superficie plana y sedosa, en contacto con el suyo. Tenía la piel como la porcelana; era la única manera que se le ocurría para describirla. También la notaba cálida, viva. Y su pelo… había rizos pelirrojos por todos lados. Sumergió una mano en esas espirales sedosas e inspiró su olor; el olor a ella. A Alec le latía el corazón con fuerza, salvaje como la melena de ella, esparcida sobre la almohada. Pero era por algo más que el pulso acelerado por el esfuerzo. ¿Qué demonios le pasaba? Se quitó de encima y se tumbó a su lado. —Te debo unos azotes —le dijo. Ella se rio débilmente y se dio la vuelta, boca abajo. —Pues dámelos ahora —repuso en una voz suave, lentamente, como si las palabras le salieran recubiertas de miel. —Me vas cogiendo el punto, ¿verdad? —En eso estamos. ¿No es lo que quieres de mí? ¿Lo que me exiges? —Sí, por supuesto. Pero ¿era complemente cierto? Él quería… más que eso. «Joder, no pienses en eso.» Se acercó a su trasero y le dio una buena palmada. Sonrió al ver cómo saltaba. Sí, así estaba mejor. Al mando. Controlando la situación. Era tarea suya conseguir una respuesta de ella y ser el que llevaba la batuta. Volvió a levantar la mano pero se quedó inmóvil. No la azotaría para demostrar nada, joder. Se le daba demasiado bien el