Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 106

Él le introdujo los dedos y ella arqueó la espalda, acercándose más a él. Con el pulgar le frotó el clítoris. —¡Oh! Entonces empezó a mover la mano, los dedos y el pulgar en pequeños círculos. El placer aumentó y la quemazón le recorría el cuerpo entero. —¿Vas a correrte? —Sí, sí… —Aguántalo. —No… —Sí. Espera, Dylan. Ella se mordió el labio, tratando de resistir la oleada de placer que amenazaba con engullirla. Al hacerlo, su otra mano se colocó bajo una nalga y le dio un buen pellizco. —Oh… —¿Está bien? —Pues… duele. —¿Pero está bien? —insistió. —Sí, está bien. Ah… Volvió a pellizcarle, esta vez más fuerte, y el dolor penetró en su sistema, mezclándose con el placer. —Alec, voy a correrme. Por favor… —Todavía no. ¿El dolor lo mejora? —Sí… lo mejora. Sí. ¡Tengo que correrme! —Contenlo. Hazlo. Dime que lo harás. —Ay… Dios mío… Le dio otro pellizco, esta vez más castigador aún, que superó el nivel en el cual el dolor se convertía en placer. —Lo haré —dijo entrecortadamente—. Me aguantaré. Se contoneaba entera pero no le importaba. Sus manos seguían tocándola, notaba sus dedos dentro. Con el pulgar le frotaba y le presionaba el clítoris. Con la otra mano le pellizcaba una nalga y el muslo. Dolía pero, a la vez, era algo bueno de un modo indescriptible. Estaba sumida en todas esas sensaciones.