Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 66

—No suelo beber en horas de trabajo —respondió ella, con la barbilla todavía amenazante. Dante jamás la había visto enfadada. Había algo en eso que él encontraba excitante. —Tampoco yo. Normalmente. —¿Pero? —le desafió ella. —Pero… —Dante se encogió de hombros—. Estoy de celebración. El primer día en mi nuevo trabajo. He pensado que quizá querrías celebrarlo conmigo. Ella dejó escapar un largo suspiro. —Por Dios, Dante, ¿por qué querría hacerlo? Estábamos perfectamente bien hasta que entraste en mi bufete esta mañana como nuevo socio minoritario. Y ahora, debemos simplemente… parar. Y me parece bien, de verdad. Pero no puedo dejar que… me invites a comer. Cruzó los brazos delante del pecho. Se inclinó y vertió un poco de té en la tacita vidriosa, y lo deslizó por encima de la mesa hasta ella. —Toma un poco de té, Kara. Necesitas calmarte. —Estoy perfectamente calmada. Solo te pido que respetes el hecho de que, como compañeros de trabajo, no podemos seguir teniendo… una aventura. —¿Por qué no? Esta mañana te parecía bastante bien. A Kara se le encendieron las mejillas y a él le encantó verla así de encendida, fuera por rabia o por pasión. Quizás una mezcla de ambas. Fuera como fuese, era una mujer preciosa. —Dante, ¿de verdad que no ves el problema que hay? Nos veremos cinco días a la semana, un motivo por el que dos personas que comparten trabajo no deberían acostarse. Cuando todo se termine, hará que ambos nos sintamos incómodos en el trabajo. —¿Más incómodos de lo que nos sentiremos ahora, terminándolo de este modo? Kara se echó hacia atrás en la silla, exhaló un largo suspiro, apaciguando parte de su rabia. ¿Tenía razón? Estaba tan endiabladamente apuesto, ahí sentado con ese traje perfectamente entallado y esa postura informal y relajada. Ese hombre tenía tendencia a desenvolverse en medio del mobiliario como si le perteneciera. Tenía tendencia a comportarse como si todo le perteneciera. Y se salía con la suya. Y aquello le hacía todavía más atractivo. Kara se mordió el labio, intentando sacar sentido a todo aquello. —Dante, salir con un compañero de trabajo jamás es una buena idea —intentó protestar ella, pero sonó como una excusa patética, incluso para ella. Él se inclinó, le cogió la mano, mientras le acariciaba la muñeca con el pulgar.