Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 57

«Mierda otra vez.» Tenía que calmarse y pensarlo detenidamente. Tenía que volver a su despacho y llamar a Lucie para hablarle del tema. No era el tipo de mujer que solía contar a su mejor amiga todos los detalles de su vida sexual, pero aquello era más de lo que podía resolver ella sola. Un desastre. Eso es lo que era. Lyle acabó su discurso; luego, los demás socios, Edward Tate y Charles Landers, se levantaron y ensalzaron las virtudes de Dante antes de que se terminara la reunión y todo el mundo se presentara y le diera la mano. Kara se quedó rezagada, apretando los puños al lado del cuerpo para evitar retorcerse los dedos como una vieja angustiada. Ruby fue hasta ella. —Sé que te molesta que ni Gary ni Theresa consiguieran el puesto —dijo ella, procurando no alzar mucho la voz—, pero pareces muy disgustada, Kara. —¿Cómo? Estoy bien. Simplemente es que… Sí, estoy disgustada. Por ellos. Ruby asintió en un gesto comprensivo, con sus rizos castaños en espiral acariciándole las mejillas. —Quizá la cague hasta el fondo y los jefes vean el error que han cometido. Kara movió la cabeza en signo de negación, con la mirada fija en Dante, que hablaba confiadamente con el personal. —No, no lo creo. —¿Estás bien? —le preguntó Ruby. —Claro. —Se dio la vuelta para mirarla—. Supongo que será mejor que me acerque y le salude. —Esbozó una sonrisa triste y caminó hasta el pequeño grupo que se había reunido en torno a Dante. Sus miradas se encontraron mientras ella se acercaba. Dante le dedicó una breve sonrisa. Así pues, él había reaccionado tomándoselo con calma. Sabía que era una buena idea. Con todo, Kara tenía un pequeño nudo en el estómago. Algo dentro de ella quería que de algún modo la reconociera. «No seas estúpida.» No se lo podía permitir. Eso era trabajo. Su carrera. Una carrera que sus padres habían querido para ella más que ella misma, aunque había trabajado mucho en la universidad y en el examen final para conseguir su objetivo. Y no pensaba comportarse como una estúpida, o poner en peligro su trabajo, por ningún hombre. Theresa, de pie al lado de Dante, cogió la mano de Kara. —Dante, te presento a Kara Crawford. —Me alegro de verte —dijo él sin inmutarse. Kara tuvo que trag