Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 53

más. Pero se alegraba de que Dante hubiera dicho que hoy la llamaría, que tenían que volver a verse. Se volvió a dejar caer en la silla, mientras tomaba otro trago de café, y miró por la ventana, que daba al centro de Seattle. Llovía un poco. No le importaba. En cierto modo, le hacía sentirse protegida. Mirando hacia abajo veía cómo bajaban los paraguas por la acera, ocultando a la gente que los sostenía. ¿Por qué esa vista familiar parecía hoy tan diferente? ¿Por qué se sentía ella tan diferente? ¿Acaso eran las consecuencias psicológicas de las que Dante le había hablado? No se sentía mal. Solo… un poco cambiada. Se le humedeció el sexo y cruzó las piernas en un intento de mitigar el dolor. «Dante.» Podía visualizar su mirada profunda y marrón, sus ojos tan intensos que a veces apenas soportaba mirarlos, aunque se sentía obligada a hacerlo. Su boca, que ciertamente era demasiado sensual para un hombre. Le gustaba el modo como suavizaba sus rasgos angulosos, le encantaba ese contraste. Y esas órdenes autoritarias saliendo de una boca tan tierna… Era tan bueno. También recordaba cómo utilizaba esa boca. Por encima de toda su piel, entre sus muslos. Suspiró, notando cada vez más calor en el cuerpo. Y se sobresaltó cuando sonó el teléfono. Se pasó una mano por el cabello, como si alguien pudiera verla, antes de descolgarlo. —¿Diga? —Kara. Su voz era profunda, rica. Increíblemente seductora. —Dante. Buenos días. —Sí, lo son. ¿Cómo estás? —Cansada, pero bien. —¿Dolorida? —Sí, un poco. —Pero te gusta. —Era una afirmación, no una pregunta. Eso también le gustaba. —Sí. —Rio ella—. Me gusta mucho. —Bien, entonces, ¿te interesa volverlo a hacer? —Podría ser. —Oh, ya es demasiado tarde para que te hagas la interesante conmigo. He visto cómo te corrías entre mis manos esta misma mañana. Todo le ardía por el mero hecho de oírle.