Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 51

—Ah, Dante. —Sabes tan bien. Joder, Kara. El placer era tan líquido como la cascada de la ducha; igual de caliente y sinuoso. Le atravesaba el cuerpo, ondulándose y creciendo mientras él la penetraba una y otra vez. Dante tenía su boca encima de la de ella, besándola, mordiéndole los labios. Y cada estocada con sus caderas, cada mordisco con sus dientes afilados, era como un pequeño orgasmo en sí mismo. La sensación de él entrando y saliendo era deliciosa. Abrumadora. Eso y su propio cuerpo vibrando con el clímax aunque la cabeza le zumbara un poco con las cosas que había descubierto de sí misma, del intercambio de poder que Dante había intentado explicarle pero que justo ahora empezaba a comprender. Dante tenía la piel increíblemente suave y ella se aferró a sus hombros, clavándole las uñas. En cierto sentido, lo necesitaba. Era demasiado intenso; no lo podía evitar. No podía evitar su respiración entrecortada, el arqueo de sus caderas sobre las de él, deseando que la penetrara más. Mientras el vapor se elevaba entre ellos, envolviéndoles con su abrazo cálido, ambos se corrieron. Dijeron el nombre del otro, mientras las caderas chocaban. Todo era necesidad y satisfacción demoledoras. Carne mojada y un placer puro y asombroso. Y Kara se soltó —de cuerpo y de mente— y se hundió en él. En Dante. Se dejó ir completamente, por primera vez.