Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 47

—Dios, así estás preciosa, Kara —le dijo—. Me encanta verte mojada y el agua resbalando por tu piel. La ducha es otro de mis fetiches. El agua en sí. —Recorrió con un dedo el espacio entre sus pechos, hasta el centro de su vientre—. La piel mojada… Debería haberte metido aquí con una de mis camisas blancas. Me encanta ver cómo el tejido se va oscureciendo… —Le tocó la punta de un pezón con la yema del dedo—. Pero esto también está bien; ver cómo te pones dura. Ver cómo el color rosa se oscurece a medida que te vas excitando. Kara contuvo una larga respiración. Le encantaba oír cómo le decía esas cosas. —Dante… —¿Qué ocurre? —Venga… Él se echó a reír, con una risa ronca y seductora. —Venga, ¿qué? —Venga y tócame de verdad. Quiero notar tus manos encima de mí. Quiero sentir lo diferente que es en el agua. Él volvió a reír, con una risa ronca. —Increíblemente perfecto —murmuró mientras cogía ambos pechos en sus manos y recorría toda su piel. —Oh, eso está bien… —Kara cerró los ojos, rindiéndose a esa sensación. Era diferente. No era que jamás hubiera practicado sexo en la ducha. Pero jamás se había concentrado en esa habilidad. En la diferencia. Con ningún otro hombre. Dante hacía que viera las cosas de forma diferente. Que lo sintiera todo a través de un prisma completamente nuevo. Y era alucinante. —Sí, me gusta —dijo él—. Mantén los ojos cerrados, Kara. No te muevas. Se derritió con el tono autoritario de su voz, al oír cómo le decía lo que tenía que hacer. Quizá Dante tenía razón respecto a lo que todo aquello le provocaba en la cabeza. Pero no podía pensar en ello. El deseo era como una marea que la atravesaba dejándola empapada mientras el agua le caía sobre la piel. —Quédate ahí, sí… y ábrete de piernas para mí. Buena chica. Sintió un pequeño escalofrío. «Buena chica.» Ahora no podía pensar por qué le gustaba tanto oír esas palabras. Y no pudo pensar nada cuando notó un chorro de agua sobre su sexo. —Oh… —Estate quieta, Kara —volv