Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 33
Él se introdujo con más fuerza y ella se sentía indefensa, débil, aunque en su interior
se librara una batalla y la embargara el deseo, acercándose una vez más al borde del
abismo.
Le dio otra palmada que estuvo a punto de conseguir que se corriera.
—¡Ah, Dante!
Entonces empezó a azotarla con fuerza en una serie de pequeñas palmadas que iban
al ritmo que marcaban sus caderas. La penetraba y la azotaba a la vez. Iba a estallar.
—Dante… por favor…
—¿Por favor qué? —preguntó entre jadeos con una voz ronca.
—Por favor… no pares.
—No lo haré.
La embistió una vez más; su pene le proporcionaba un placer increíble. Los azotes le
quemaban pero le encantaba. Lo necesitaba.
Un embate más, una palmada más y ella se sumió en ese trémulo y oscuro lugar. Veía
destellos de luz y el placer invadió todo su cuerpo. Y cuando sintió que su sexo se
encogía en una agonía exquisita, notó que Dante se ponía tenso.
—Joder, Kara… Me corro…
Presionó un poco más y se apoyó en su espalda. A ella le gustaba muchísimo oír sus
jadeos y gemidos; saber que se corría en su interior.
Cuando hubo terminado, Dante cayó sobre ella y Kara notó su cálido aliento en la