Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 176

débil que eso me ha hecho sentir. La impotencia. Así que, ahora, recházame tú también si es lo que tienes que hacer, pero no pienso volver a marcharme hasta que lo hagas. Porque eso sí que sería ser débil y me niego a ser esa persona. Me niego. Sacudió de nuevo la cabeza. Tenía una expresión tan sombría, tan cruda, que Kara no tenía ni idea de qué ocurriría a continuación. El corazón le martilleaba en el pecho, con el pulso yendo a un millón de kilómetros por hora. Pero, finalmente, se sentía bien después de haberlo dicho, después de haber soltado toda la verdad. Se sentía más fuerte por eso, por haber sido sincera con él y consigo misma. Finalmente, él hizo un breve gesto y ella tuvo que aguzar el oído para entender lo que él decía en un tono apenas audible: —Eres muchísimo más valiente que yo, Kara. Ella esperó a que él continuara hablando pero Dante se quedó allí, con los brazos colgando. Le miraba tal y como había hecho tan a menudo antes. Y cuando hubieron pasado unos segundos, volvió la rabia a correr por sus venas. —¡Maldita sea, Dante! Di algo. ¿Qué piensas sobre todo esto? Sobre lo que he dicho y sobre mí. Dime que me quieres o dime que no, pero no pienso dejar que te escapes de tus sentimientos o de los míos. Sobre todo de los míos. Merezco algo mejor que eso. —Sí, te lo mereces. Te mereces más de lo que puedo darte, Kara. —Eso es una gilipollez. —V olvía a parecer anonadado y aunque abrió la boca como si fuera a hablar, ella no se lo permitió—. Es la misma tontería que te has estado contando desde hace… ¿cuánto? ¿Desde que perdiste a tu novia de la universidad? No quiero ser cruel porque me puedo imaginar lo espantoso que fue para ti, la amaras o no. Pero ¿cuánto tiempo piensas utilizar eso como excusa? Al parecer eso fue el remate. Abrió la boca pero no le salió nada. La cerró y parpadeó. Y, mientras ella le miraba, sus rasgos cambiaron, se suavizaron y se aclararon las sombras que había bajo sus ojos. —Nunca más —dijo él, cogiéndole los brazos con las manos, con fuerza—. He acabado con eso. Es una excusa vieja y gastada. Es una gilipollez. He utilizado lo que ocurrió con Erin durante toda mi vida adulta. Mis propias experiencias con mi familia. La culpa por no haber sabido ayudar a mi madre, pero la verdad es que ella no quería ayuda alguna. Ni tan solo cuando… Se quedó callado y Kara notó cómo Dante temblaba un poco mientras la sujetaba. Y en sus ojos había esa cruda vulnerabilidad que le había visto antes. Hacía años, cuando había pegado a Brady. Y unas cuantas veces más durante el sexo. Kara no tenía ni idea de lo que sucedería a continuación. —Kara, jamás he dicho esto a ninguna otra persona, aparte de a mi hermano, Lorenzo. Pero necesito contártelo ahora… cuando tenía diez años vi cómo mi padre pegaba a mi madre. La abofeteó. No recuerdo por qué, por qué discutían. Solo ocurrió esa vez, que yo sepa.