Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 172

Kara inspiró hondo. —Lo sé. Se quedó muda un instante. Se giró para mirarle. Oh, eso había sido un error. Estaba demasiado guapo con esa camisa gris oscura y la corbata carbón. Sofisticado. Kara recordó cómo se había sentido la primera vez que le había visto. Sencillamente… alucinada. Ahora no lo estaba menos. Tenía que recordar la rabia que sentía. El dolor que la acompañaba. —¿Podemos entrar en tu despacho? —preguntó él. —Puedes decir lo que tengas que decir relativo al trabajo aquí mismo. —Venga, Kara. Esto no es relativo al trabajo. No realmente. Joder, no quería hacerlo; no quería hablar con él. —Dante, no puedo hablar contigo aquí. No puedo hacerlo. No creo que sea buena idea y… además, no puedo. —¿Dónde pues? Hizo un gesto negativo con la cabeza, sin levantar la mirada del suelo. —En ninguna parte, Dante. Porque ahí es donde irá la conversación. Ahí es dónde vamos, ¿no? —Eso es algo de lo que debemos hablar. Debemos hablar sobre el motivo por el que me dejaste como lo hiciste. Kara levantó la barbilla, mirándole por primera vez. La rabia le quemaba por dentro, caliente y feroz. —¿De verdad, Dante? Si tanto te preocupara eso, ¿por qué has esperado toda la semana para decírmelo? Se frotó la barbilla y suspiró. —Porque… No sé por qué. Mierda, Kara. —Gran respuesta. —Bajó la cabeza y abrió la puerta del despacho, que cerró después tras de sí, haciendo un esfuerzo para no cerrarla de golpe. El corazón le martilleaba y le hervía la sangre. El dolor era una herida en carne viva que acababa de abrirse otra vez. ¿No lo sabía? ¿Eso era lo mejor que podía hacer? Cruzó la habitación, se dejó caer en la silla, pasándose las manos por encima del moño impecable que se había hecho aquella mañana. No podía creer que le hiciera eso, pero pensaba decir que estaba enferma y se marcharía a casa. Cogió el teléfono y marcó la extensión de Ruby. —Ruby, soy Kara. No me encuentro bien. Necesito que anules toda mi agenda de hoy. —¿Estás bien? —Yo… En realidad, no. Solo necesito irme. ¿Puedes ocuparte por mí?