Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 165

No estaba seguro de qué decía eso respecto a él. No le gustaba precisamente lo que implicaba. No tardó mucho en salir por la puerta. Decidió andar las seis manzanas que había hasta el bar. Necesitaba tomar aire, estirar las piernas y librarse de esa tensión insoportable. Había vuelto a llover. Las calles estaban húmedas y reflejaban la luz de las farolas y los neones de algunos restaurantes y escaparates. Así se sentía. Confuso. Distorsionado. No le gustaba ni un ápice. Alec ya estaba en el bar cuando llegó y Dante dio gracias por no haber tenido que esperar, haciendo durar la bebida y sus pensamientos. No podía soportar estar en su propia cabeza ni un minuto más. —Hola, Alec. —Hola. Te he pedido un Chivas con hielo. He pensado que nos guardaríamos lo bueno para cuando fueras más tú mismo. Dante se sentó en el taburete que había al lado de su amigo. —¿Tanto se me nota? —Salta a la vista. Al menos, para mí. Dante cogió el vaso, le dio un sorbo y lo volvió a dejar sobre la barra. Se lo quedó mirando. A su lado, Alec no dijo nada y bebió un poco de whisky. Dante conocía a su amigo lo suficiente para saber que, si era necesario, se quedaría allí toda la noche. Se tomó otro trago de whisky frío, intentando saborear la quemazón mientras le bajaba por la garganta. Pero Alec tenía razón: no podía disfrutarlo de verdad. Esa noche no. —Así pues… —empezó a decir Dante—. Mierda, no sé cómo hacerlo. Hablar. Hablar de verdad. —Es un poco extraño, pero te acostumbrarás —dijo Alec, con un tono ligeramente burlón. —Preferiría no tener que hacerlo. Él se encogió de hombros. —Solía pensar como tú antes de conocer a Dylan. —¿Cómo está? —preguntó Dante. —Está fantástica. Alucinante. Pero no me cambies de tema, que te conozco. Dante asintió con una sonrisa triste en los labios. —Sí. Apuró lo que quedaba de bebida y los cubitos chocaron contra sus dientes. Hizo un gesto al camarero para que se acercara y pidió otra. —Debe de ser grave —dijo Alec con voz tr