Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 155

—¿Dante? —Shhh, cielo, estoy aquí mismo. Y lo estaba. En ese momento entraba en la cama y le pasaba el brazo por debajo del cuello. Ella se le acercó, se puso de lado y abrazó su corpulenta figura. No era una cuestión sexual: tan solo necesitaba notarle. Él le apartó el pelo de la cara y la besó en la mejilla y en los labios. Ella se derritió con esa sensación de Dante cuidándola, amándola. Era lo más maravilloso que había sentido en la vida. Quería pensar en eso, en lo que significaba, deleitarse un poco, pero se notaba los párpados muy pesados. —Dante —susurró—. Tengo que decirte algo. «No lo hagas.» —¿Qué pasa? «Pero tengo que decirlo…» —Es importante… Él estaba callado. Esperaba a que le contara lo que le tenía que decir. Sin embargo, no podía mantener los ojos abiertos y era como si la boca no le funcionara tampoco. Tenía la sensación de que el cuerpo le pesaba mil kilos. —Mmm… —¿Kara? Hizo un esfuerzo para no dormirse y contarle lo que con tantas ganas quería decirle, pero se apagó en cuestión de segundos. Dante la miraba. La vigilaba como una especie de ángel de la guarda. En la oscuridad apenas distinguía la silueta de sus pómulos y de la mandíbula, pero sabía lo hermosa que era de todos modos. Una parte de él deseaba que estuviera despierta. No sabía por qué. Estaba agotado para rendir sexualmente en ese momento. O tal vez no. El deseo era inagotable cuando estaba con Kara. Pero había mucho más que eso. Por otro lado, necesitaba tiempo para pensar y poner en orden todas las ideas extrañas que le rondaban por la cabeza. Las cosas raras que había estado sintiendo toda la noche y que habían estado acumulándose en las últimas semanas. La escena con ella en el Pleasure Dome había sido muy intensa esta noche. Más que intensa, incluso. No había sido un juego de dolor intenso; no había ido más allá de los azotes de siempre, que era lo más lejos que había llegado con ella. No obstante, no necesitaba ir más lejos ni jugar con mayor intensidad con ella. Ya no se trataba de eso. Aunque siempre le gustaría el intercambio de poder, el juego de sensaciones y ver cómo respondía a todo eso, ya no sentía la necesidad de nada más duro. Más extremo. Pero algo más había ocurrido esta noche… Siempre pasaban cosas cuando estaba con ella. Había una progresión continua de las