Literatura BDSM El Límite del Deseo (Eve Berlín) | Page 153
—Sí, solos tú y yo.
Ni siquiera estaba segura de lo que estaba pidiendo. Pero él sabía complacerla
diciéndole lo que quería oír.
—Ha sido perfecto, Kara. Perfecto —dijo con una voz tomada por el humo y el
deseo—. Pero ahora necesito más de ti.
—Claro. Lo que sea.
Dante la colocó bien en el regazo hasta que la tuvo a horcajadas encima de él, sobre
la otomana, con una pierna a cada costado y rodeándole el cuello con los brazos.
—Inclínate un poco. Bien, muy bien. Voy a azotarte.
No pudo hacer más que gemir mientras le subía el vestido despacio. Entonces notó
una fuerte palmada en la nalga y se contoneó. Notó su apremiante erección en su bajo
vientre desnudo y se aferró más a él.
Dante le dio otro azote, otro más y otro; una lluvia de palmadas sobre la piel. Era
fantástico: el placer y el dolor aumentaban a la par. Al cabo de un momento volvió a
quedarse sin aliento.
Se contoneaba, disipada, con ganas de correrse otra vez. Necesitaba su pene largo y
grueso dentro. Necesitaba notar sus manos encima, su boca… Todo a la vez.
Estaba loca de deseo, del placer que se le negaba y de la dulce tortura de los azotes
en el trasero.
—Córrete otra vez, cielo. Córrete para mí. Puedes hacerlo. Siguió azotándola con
una mano e introdujo la otra debajo del vestido para pellizcarle un pezón.
—¡Oh!
Ella apretó el sexo en su regazo, frotándose con el duro bulto de su erección:
necesitaba más y más. El deseo la abrasaba mientras le retorcía suavemente el pezón
con los dedos y llegó al orgasmo de nuevo con frenesí.
—¡Dante!
Una vez más, antes de que terminara, él la cambio de postura, la