Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 99

Ella se mordió el labio. —Un minuto no basta para hablarlo. —Bueno, entonces, ¿por qué no vamos a mi casa luego, antes de volver con Alec? Ella asintió y al momento regresaron Kara y Lucie con las manos llenas de cervezas. —Eso sería fantástico. Si no te importa, claro. —¿Cómo me va a importar? —Dylan le apretó la mano debajo de la mesa. Fue una larga velada con una conversación de lo más detallada acerca de las ventajas y los inconvenientes de contratar a un grupo de música o a un DJ. Kara se decantaba por el DJ; Lucie por tener a un grupo que actuara en directo y Mischa estaba en medio. Al final Dylan se decidió por un cuarteto de cuerda para la ceremonia y un grupo de música swing para el banquete. Lo de escribir los votos lo dejaron para otro día. A pesar de todo eran ya las once pasadas cuando decidieron que ya habían hecho bastante y Dylan y Mischa se despidieron. Dylan permaneció en silencio la mayor parte del trayecto en coche hasta su apartamento. Luego, con la radio de fondo, hablaron un poco de los detalles de la boda mientras recorrían las calles oscuras y lluviosas. Aparcó y salieron corriendo para no mojarse mucho. Una vez dentro, se quitaron las chaquetas mojadas y Dylan se fue derecha a la cocina para preparar té. —Bueno, pues dime, Misch —la instó mientras vertía agua caliente en un par de tazas y le daba una a su amiga, que estaba sentada en la barra americana. Mischa se encogió de hombros. Ahora que había llegado el momento de confesarlo todo no sabía por dónde comenzar. —Connor ha salido de la ciudad hoy. —¿En serio? Dylan quería aparentar que no le preocupaba, pero reparó en que sí le afectaba de algún modo. —Alec tampoco lo sabía, ¿verdad? —Creo que no. Me dijo que iba a invitarlo a cenar con él y con Dante mientras nosotras ocupábamos el apartamento esta noche. ¿No te había dicho de antemano que se iba? —Me dijo que se había acordado esta misma mañana. ¿Es que… crees que está mal? Es decir, no está mal que se haya olvidado, pero… sí, ¿está mal que no haya dicho nada antes? Dylan sopló el té para enfriarlo un poco. —Mira, Alec hacía muchas tonterías al principio de estar juntos. —Pero es que nosotros no estamos exactamente juntos —protestó ella—. Llevamos viéndonos una semana. Casi cada noche, pero vaya… Vivimos en ciudades distintas. Además, ¿cuándo fue la última vez que me viste en una relación a largo plazo? —Nunca, pero eso no quiere decir que… —Sí, quiere decir eso. —Mischa se incorporó, se cruzó de brazos y le dio la espalda a su amiga para ir a la cocina. Se detuvo frente al fregadero, se apoyó en la encimera y se quedó absorta mirando por la ventana a través de las cortinas de gasa. La luna, entre las nubes, despedía una débil luz plateada. —Está bien —dijo Dylan despacito a su espalda—. Entonces, ¿por qué estás así de molesta? Ella resopló. —Porque soy imbécil. —Misch… Bajó los brazos y se dio la vuelta. —No, lo soy. Parece que de algún modo, y no entiendo por qué, pienso que Connor me debe algo.