Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 92

—No, nunca. Porque Evie siempre ha sido la niña de la familia y Raine, durante un tiempo también, hasta que tuvo la edad suficiente para tener el sentido de la responsabilidad que yo he tenido desde… bueno, desde siempre. He tenido que ocuparme de todo. Asegurándome de que todo el mundo comiera y que se pagara el alquiler. Pero la mitad de las veces no se podía porque ¿cómo iba a hacerlo si solamente tenía diez años? ¡Joder, nunca he podido ser niña y ahora no quiero serlo! No quiero hacerlo. ¡Pero parece que no puedo evitarlo y es culpa tuya! Él ni siquiera parpadeó cuando ella lo acusó de esa forma tan directa; Mischa supo que era una ridiculez en cuanto lo dijo. Pero él la cogió y aunque no podía relajarse en sus brazos, lo dejó hacer. Dejó que la llevara hasta el lavabo, donde la bajó por fin. Ella había empezado a estremecerse, así que Connor descolgó el albornoz que había detrás de la puerta y la tapó antes de abrir los grifos de la bañera. Volvió a su lado en un santiamén y le frotó los brazos con sus grandes manos. Él la contemplaba sin decir nada, mientras corría el agua, y el cuarto se llenaba de vapor. Le dio un pañuelo de papel y ella se secó los ojos y se limpió la nariz. Connor se lo cogió después y lo tiró a la papelera. Mischa se dio cuenta de que él seguía desnudo y totalmente ajeno al hecho. No por eso le resultaba menos imponente. Empezaba a tranquilizarse. Las lágrimas cesaron y se alegró enormemente. Cuando se hubo llenado la bañera, él le bajó el albornoz por los hombros y la ayudó a entrar en el agua calentita y relajante. Se sentó y se llevó las rodillas al pecho. Connor se arrodilló sobre la alfombrilla junto a la bañera. Cogió un paño verde de una cesta de mimbre que había en el suelo, lo introdujo en el agua, lo escurrió y empezó a pasárselo por la espalda. —¿Te he hecho daño? —preguntó él en una voz muy baja. Tenía el ceño fruncido. —¿Qué? No, para nada. No es por eso. —Era curioso que fuera él quien necesitara algo de consuelo, pero estaba claro que así era. —¿Estás segura? Sabía lo que le estaba