Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 89

aprovechando para humedecerle entre las nalgas—. Respira hondo, cielo —le dijo. Ella obedeció y antes de que tuviera tiempo de pensárselo siquiera, le introdujo la punta del dedo en el ano, humedecido por su flujo. —Oh… —El placer le recorrió la piel y el cuerpo entero. —Respira, Mischa. Quiero que te relajes. Ella asintió y respiró hondo. Él introdujo más el dedo. Ella notó cierta quemazón cuando el dedo atravesó el anillo de duro músculo, pero luego la embargó el placer cuando lo notó más adentro. —Joder, qué tensa estás. Tu culo es como terciopelo. ¿Crees que podrás resistir algo más? —Sí —dijo ella con la voz entrecortada—. Sí. Él siguió aún más, sacó un poco el dedo y lo volvió a meter. —Aguantas como una campeona —comentó él con un tono que denotaba placer mientras metía y sacaba el dedo—, viendo cómo se mueve tu cuerpo cuando te follo con la mano. Te mueves como una sirena en el agua… Me la estás poniendo muy dura. Connor siguió más y más mientras ella respiraba hondo y se abría a él. —Pero sería mejor aún hacerlo con la polla; tenerla muy dentro de ti. —Ah, sí… —¿Tienes lubricante? —Sí. Está… oh… —gimió mientras él sacaba el dedo—. Está en el dormitorio. —Voy a por él. —Está en el baúl plateado junto a la cama. Él se inclinó sobre ella y la besó entre los omóplatos, lo que la hizo estremecerse. Le susurró: —No quiero que te muevas, ¿entendido? Quiero que te quedes completamente quieta y me esperes. —Eso haré. Mischa notó la pérdida de calor cuando él se apartó, pero ni siquiera volvió la cabeza. Cerró los ojos y aguardó. Se sentía suelta y con la cabeza completamente en blanco; vacía de todo salvo de la necesidad acuciante que tenía por él y sus ganas de complacerlo. Regresó al momento. Oyó cómo rasgaba un paquetito de aluminio y se estremeció con anticipación. Entonces volvió a notar su dedo untando con lubricante esa tersa abertura y aplicándoselo un poco también por dentro. —¿Estás preparada para mí? —Siempre —contestó ella, porque sabía que era cierto. Él se colocó detrás de ella y, cuando se le acercó, Mischa reparó en que estaba desnudo. Notaba sus fuertes muslos en contacto con los suyos. Le rodeó la cintura con un brazo, sujetándola con fuerza como solía hacer, haciéndole sentir el poder de su cuerpo. La hacía sentir algo abrumada, pero de una forma que le gustaba. Con la otra mano le separó las nalgas y entonces notó la punta de su pene, con el preservativo, rozando primero e introduciéndose despacio después. —Respira —le pidió, como ya hiciera antes. Ella inspiró hondo y se concentró para relajarse. Su polla se abrió paso entre los músculos apretados del ano y entonces exhaló. —Vuelve a inspirar, cielo —le dijo apretando los dientes del placer… Mischa lo captaba en su voz. Inspiró y él entró más. Ella tembló de las ganas; lo quería todo, entero. Quería que la llenara por completo. —Connor… —Shhh. No hables, cielo. Haz lo que te digo. Solo dime si es demasiado.