Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 82

Ocho Mischa le estaba dando el toque rojo característico a sus labios cuando sonó el timbre y fue a abrir a Connor. Mientras esperaba a que subiera, se notó el pulso acelerado y, al abrir la puerta, le subió la temperatura de repente. Siempre olvidaba lo grande que era y lo imponente de su figura. El jersey oscuro se ceñía a sus enormes hombros. «Deja de mirarlo embobada y dile “hola”.» —Hola. —Hola. Cruzó el umbral, la estrechó entre sus brazos y le borró el carmín de un beso que le cortó la respiración. —Será mejor que dejemos esto si quiero que me tatúes hoy —dijo limpiándose los labios con el dorso de la mano. Sonreía, pero tenía los ojos ensombrecidos del deseo. Ella sabía cómo se sentía. Sonrió también y se apartó un poco para recuperar el equilibrio. —Estoy preparando las cosas en la cocina —dijo ella—. ¿Quieres tomar algo? —No, gracias, estoy bien. Y tú también. Me gusta lo que llevas. Nunca te había visto vestida informal, salvo cuando estás desnuda. Ella se miró los pantalones grises de yoga y la camiseta negra de manga larga de Los Ramones. —Seguramente trabajaré mejor así. —¿Mejor que con un vestido? ¿O mejor que desnuda? Ella se echó a reír y se volvió hacia él para llevarle hasta la cocina de Dylan, donde todo era elegante y moderno: azulejos blancos en las paredes, encimeras de granito gris, ebanistería en madera de arce pulida y electrodomésticos con acabado inoxidable. —Mejor que las dos. Lo he preparado todo en la encimera, pero tenemos que hablar de lo que quieres. —He traído algunas imágenes —le dijo al tiempo que le entregaba un puñado de papeles que ni se había dado cuenta de que llevaba consigo—. Los he hecho yo, así que quizá quieras hacerlos más acordes con las líneas que se necesitan en un tatuaje. No sé si mi trabajo se puede plasmar directamente. Ella miró los esbozos a lápiz de un dragón celta dibujado desde diferentes ángulos. Le encantó el diseño nada más verlo. —Se plasmará muy bien. Dame unos minutos para dibujar algo. —Claro. —¿Dónde lo quieres? —Quiero que me cubra toda la parte superior de la espalda, de cintura para arriba, tal vez. —No creo que podamos hacer algo tan grande en una sola sesión. —No pasa nada. Todavía estarás aquí unas dos semanas más, ¿verdad? —Sí, pero tu piel necesita tiempo para curarse entre sesiones. Quizá puedo hacerlo por partes en lugar de todo entero y añadir el color más tarde… Bueno, ya encontraremos la forma de que funcione. Ponte cómodo mientras tanto. Él asintió y se paseó por el apartamento abierto mientras ella empezaba a dibujar sobre papel