Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 79

Greyson sonrió. —Sí, claro. —Muy bien. Háblame del tatuador que te ha acabado el tatuaje del brazo. Porque estoy segura de que quieres que venga a trabajar con nosotros, si tiramos esto adelante. Eran casi las diez cuando Mischa volvió al apartamento de Dylan. Greyson la había llevado a ver los dos locales y a ella le habían gustado; de hecho, cualquiera de los dos serviría perfectamente. Mucho espacio, buena calle para el tráfico y en zonas que atraerían a una buena clientela. Y Greyson había venido cargado con información y estadísticas que demostraban que abrir una tienda en Seattle sería una buena inversión. Había muchas cosas en las que pensar. Deseó poder llamar a Dylan y hablar de eso con ella, pero sabía que ella y Alec habían quedado con amigos para cenar y seguramente todavía estaban fuera o pasando un tiempo solos en casa. Se quitó los zapatos de un puntapié y los llevó hasta el dormitorio, se desabrochó el vestido y lo colgó. Hacía fresco en el apartamento después de que hubiera pasado todo el día fuera. Se envolvió con una bata, se calzó sus zapatillas rosas de felpa favoritas y encendió la calefacción mientras volvía a la salita. Sacó el móvil del bolso y se sentó en el sofá para comprobar si tenía mensajes. Y se sorprendió al encontrar uno de Connor. No decía gran cosa, solo le pedía que lo llamara cuando volviera; no importaba lo tarde que fuera. Se acurrucó con los pies bajo el cuerpo y se apoyó en los cojines. No era propio de él querer charlar; debía tener algo concreto de lo que hablar. ¿Quizá necesitaba cambiar los planes para la noche del viernes? El estómago se le revolvió un poco al pensarlo. «No seas estúpida.» Se mordió el labio y marcó su número. Aspiró hondo cuando respondió. —Mischa, hola. —Hola. He recibido tu mensaje. Mischa quería preguntarle si todo iba bien, pero no quería sonar… necesitada. Femenina. Lo cual era divertido porque en todo el resto de aspectos era completamente femenina —ropa, maquillaje, perfume, zapatos—, salvo cuando se trataba de hombres. —¿Cómo te ha ido el día? —preguntó él. —Bien, gracias. La reunión con Greyson ha ido bien. Creo que seguiremos adelante con eso de abrir una nueva tienda. Todavía tenemos que ultimar la logística, pero el plan de negocios que ha preparado es sólido. Y también lo son los locales que estamos mirando. Nos volveremos a reunir la semana que viene. —Y ese tal Greyson, ¿hace mucho que lo conoces? —Desde siempre. Aprendí a sus órdenes durante cuatro años. ¿Era una pizca de celos lo que oía en su voz? Era imposible. —¿Casado? ¿Con novia? No podía ser. —No, nada de nada. —Ah. Bien. Estaba sonriendo por dentro, contenta de que él no pudiera ver lo encantada que estaba. Quizá era más femenina de lo que pensaba. —De todos modos, creo que podríamos conseguir hacerlo. Todavía hay un montón de detalles que concretar.