Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 66

—Dolorida. Pero fantástica, de verdad. Ella sonrió, se retorció en su regazo, esa mujer desnuda y caliente bajo la manta. Preciosa. Hizo que se volviera a poner completamente cachondo, con sus divagaciones pasando a un segundo plano. Él le sonrió. —Todavía tienes el subidón de endorfinas. —Sí. Me gusta. Esta vez sin bajón. O, al menos, no hasta ahora. —¿Tienes hambre? Mischa dijo que no con la cabeza y Connor estiró el brazo y le quitó las horquillas del pelo, miró cómo le caía por los hombros, le pasó una mano por él. Joder, parecía de seda. —¿Qué necesitas? —le preguntó él. —Ahora mismo, nada. ¿Qué necesitas tú? —Ah, no me tientes, cariño. —Quiero hacerlo. Ella se retorció un poco más, con su sexo desnudo poniéndose encima de su creciente erección. —¿He dicho que podías hacerlo? —Todavía no. Mischa sonreía, era una sonrisa impía. Connor sabía que no había salido del todo del subespacio, pero a él le gustaba esa jocosidad. Entonces, se puso seria y Mischa dejó caer la manta, mostrando sus preciosos pechos. Mischa los agarró con las manos para levantarlos. Dijo, en voz muy baja: —Te lo vuelvo a preguntar, Connor. ¿Qué necesitas? Connor gimió. El pene le vibraba. —Pues venga, chúpamela. Aquí mismo. Delante de toda esa gente. Mischa se puso de rodillas ante él, le desabrochó los vaqueros y le cogió la polla con su manita caliente. Ella levantó la cabeza para mirarlo y él asintió. —Hazlo, Mischa. Ahora. Ella se inclinó, con el pelo cayéndole sobre los muslos, y él tuvo un segundo para desear sentirlo sobre su piel desnuda. Entonces, Mischa cerró la boca alrededor de su pene y la mente se le puso en blanco. —Ah… Mischa dejó que su lengua recorriera la punta de su pene y la metió en la hendidura, algo que a Connor le encantaba y que a pocas mujeres se les ocurría hacer. Entonces, volvió a enroscar la lengua alrededor de la punta, una y otra vez. Solo le estimulaba la punta hinchada, con los dedos ligeros sobre el tronco rígido, volviéndolo loco. Más loco todavía cuando ella se apartó, sopló una bocanada de aire caliente sobre la punta y volvió a envolverla. El placer creció dentro de él mientras notaba la presión en los huevos. Connor quería empujar dentro de su boca caliente y húmeda, follársela por la boca. Pero también quería ver qué podía hacer ella. Dejar que le torturara un poco. Mischa seguía utilizando la lengua con él, girando, bajando. Cuando, finalmente, se metió todo el tronco en su boca, Connor soltó un fuerte gemido. —Oh, Dios, eso es bueno. Ella lo acogió más adentro de la garganta, se detuvo. Y entonces, empezó a moverse. Él le apartó el pelo de la cara y lo dejó detrás para poder ver su preciosa boca subiendo y bajando por su polla. El deseo era como fuego en sus venas. El placer todavía era más cálido, todo ello