Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 170

desbocado. Sentía un inmenso calor en el cuerpo por estar tan cerca de él, con la garganta tan apretada que se daba cuenta de que apenas podía hablar, de todo lo que ella quería negar y no podía. —¡Estamos en su boda! —rechinó ella entre dientes, mirando hacia Dante, que se acercaba por el pasillo, con Kara en un brazo y Lucie en el otro, antes de volver a poner los ojos en Connor. Se acercó a las puertas de salida y él la siguió—. No es el momento ni el lugar. —No, el momento y el lugar eran cuando fui a verte a San Francisco —le respondió sin alterarse, pero había una emoción contenida en el tono calmado de su voz—. Y sé perfectamente bien que, si te dejo salir ahí fuera esta noche, no permitirás que haya otra oportunidad. No pienso permitir que eso ocurra. El tono autoritario que siempre la había hecho derretirse estaba allí, y ahora ejercía el mismo efecto en ella. En silencio, maldijo. —¿Qué ocurre si te digo que mañana podemos hablar? Él negó ligeramente con la cabeza. —No es lo bastante bueno. No quiero montar ningún numerito aquí, pero podemos encontrar un rincón tranquilo antes de que termine la noche. —No vas a aceptar un «no» por respuesta, ¿verdad? Él meneó la cabeza, mirándola fijamente. Dios, prácticamente había olvidado lo verdes que eran sus ojos, cómo las motas doradas hacían que parecieran encendidos por dentro. «Para.» —De acuerdo —concedió ella, finalmente—. Encontraremos el modo de hablar antes de que la noche termine. —Sí, lo haremos. Ella resopló, indignada por su insistencia, su carácter mandón, pero también por la respuesta innegable de su cuerpo hacia él. Kara, Dante y Lucie se unieron a ellos, seguidos por los invitados. Algunos camareros se paseaban con bandejas de champán para mantener a todo el mundo ocupado mientras trasladaban las mesas al interior del Garden Court y ponían las mesas para cenar y bailar. —Deberían tener la sala preparada en veinte minutos —les dijo Lucie—. Alec y Dylan están disfrutando de unos momentos de intimidad en una de las alcobas laterales. —Estoy seguro de que necesitarán algo más que unos momentos —dijo Dante con una sonrisa. Kara puso los ojos e