Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 156

—Dale un par de vueltas. Eso es lo único que digo. —Está bien, lo tendré en cuenta. —De acuerdo. Hazme saber cómo se resuelven las cosas. —Sí, lo haré. Colgaron rápido. Le gustaba eso de Alec, que sabía cuándo se había acabado una conversación. Y tenía otras cosas que hacer. Ahora mismo. Marcó el número de Mischa, con la cabeza yéndole a mil por hora mientras esperaba que ella descolgase. ¿Qué diablos le diría? Pero, al cabo de unos cuantos tonos, salió el buzón de voz. —Hola, Mischa; soy yo, Connor. Escucha. Sé que te debo una enorme disculpa. Deja que lo haga. Llámame. Colgó, sintiéndose como un idiota. No había querido decir eso, ni siquiera se aproximaba a lo que necesitaba decir. Ni de lejos. Pero no se lo podía decir a su buzón de voz. Tenía que hablar con ella. Mierda. Arrancó el coche, salió del garaje y se dirigió hacia su casa. Si no respondía a su llamada, tendría que encontrar otra manera. Mischa miró en la pantalla del móvil quién la llamaba. Lo descolgó. —Hola, Greyson. —Mischa, ¿qué ocurre? Pensaba que habíamos concertado una llamada en conferencia a las cuatro con el abogado. —¡Oh, no! Lo siento, Grey. Lo he olvidado. Hoy estaba en el estudio y yo… lo siento —repitió—. Simplemente, lo he olvidado. —¿Va todo bien? —Sí, claro. —Se sentó en la silla de terciopelo rojo, llena de cosas, de su apartamento victoriano —. No. En realidad, no. —Dime que no te estás replanteando lo de abrir un negocio conmigo a estas alturas del cuento, Mischa. —¿Cómo? Claro que no. ¿Realmente crees que lo haría? —No. Así pues, ¿quieres decirme qué ocurre realmente? ¿Tiene algo que ver con la razón por la que te marchaste de Seattle tan pronto y anulaste la reunión con el abogado en persona sin dar ninguna explicación? Porque te conozco. Si fuera una emergencia familiar o algo del Thirteen Roses, me lo habrías contado en lugar de enviarme ese mensaje de texto impreciso diciéndome que tenía que reprogramar la reunión con el abogado por teléfono desde San Francisco. —Grey. Solo… Necesitaba irme. Necesitaba aclararme las ideas. —¿Es por ese tipo, por Connor, verdad? Suspiró y se apartó el pelo de la cara. —Sí. —¿Tengo que buscar a un asesino a sueldo? Ella se rio un poquito. Era la primera vez que sonreía desde hacía cinco días, desde que había vuelto a San Francisco. —No, eso no será necesario. —De acuerdo, pero házmelo saber si cambias de opinión. Siempre puedo utilizar el dinero que he ahorrado para el 1st Avenue Ink.