Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 141

la puerta de entrada. Él la cogió por la cintura y la besó rápida pero apasionadamente cuando volvió. Al soltarla, ella dio un paso atrás y apretó los labios mientras le miraba. Se quedó callada un momento. Connor sabía que se estaba preguntando qué le pasaba. No obstante, no podía explicárselo de ninguna forma que tuviera sentido. Al final, Mischa se dio la vuelta. —Tardaré un rato en prepararlo todo —le dijo por encima del hombro—. ¿Te apetece un té? —Ya lo preparo yo. —El té está en el armario que hay junto al fregadero. —De acuerdo. Ya lo tengo. Encontró el té, sacó dos tazas blancas de cerámica y llenó la tetera, que dejó en los fogones mientras ella cubría la encimera con film transparente y echaba ungüento antibiótico en el plástico — como ya le había visto hacer en otras ocasiones—, para que no se movieran los botecitos. Los llenó de tinta roja y negra. No sabía qué hacía exactamente con la máquina, solo que le ponía unas gomas de plástico y le hacía unos ajustes. Ya se lo preguntaría en otro momento, pero ahora no. Ahora solo quería que empezara. La tetera silbó y él preparó el té, asegurándose de colocar la taza a una distancia segura del equipo de tatuar. —¿Estás listo? —le preguntó ella. Connor asintió, se sentó en el taburete y apoyó los codos en la fría encimera de granito. Ella le pasó un paño con el ungüento antibacteriano por la piel y empezó enseguida. En el momento en que la aguja le tocó la piel sintió un alivio increíble. Inspiró hondo, captándolo todo a su alrededor: el sonido, el pinchazo, Mischa, que estaba concentrada detrás. Se dejó llevar por las sensaciones igual que un sumiso se dejaba llevar por el ritmo de los azotes o por el efecto de pasar horas atado. Solo estaban ellos dos, arropados por el cielo de la noche al otro lado de las ventanas abovedadas del loft. No había nada entre ellos salvo el zumbido de la aguja de tatuar, su arte y su piel. Se relajó en cuerpo y mente. No quería pensar demasiado en lo que le estaba pasando, en lo que sentía por ella. En parte podía llegar a aceptarlo, pero por ahora lo dejaría pasa